Rosario, 19 nov (dpa) - "Sobre la página de un libro se puede llorar, pero sobre el disco duro de la computadora no se puede", definió hoy el escritor portugués y Premio Nobel de Literatura José Saramago la diferencia entre leer un libro real y hacerlo en la pantalla de una computadora.
Saramago participó en una escuela rosarina de la entrega de los Premios del Certamen Nacional de Escritura 2004, en el marco del III Congreso Internacional de la Lengua Española, ocasión en la que recibió numerosas muestras de afecto de los asistentes.
El Premio Nobel de Literatura llamó a no olvidar que, "se haga lo que se haga, computadoras, Internet, no hay nada en el mundo que haya podido sustituir al libro".
"Yo no he tenido libros, libros míos, hasta los 18 o 19 años. También es cierto que en ese tiempo no teníamos nada más que libros, los que podían llegar a ellos. Afortunadamente no teníamos nada, porque aquel que no tiene nada se lo inventa para tener algo", dijo.
"Toda mi cultura literaria yo la he recibido en la biblioteca pública, porque yo en casa no tenía libros", subrayó el autor que mañana participará durante la última jornada del congreso en un homenaje a Ernesto Sábato.
Asimismo señaló que si tuviera que elegir un libro para llevar a una isla desierta, sería El Quijote. "Por llamarlo así, es el Papa de los libros".
Por otra parte, Saramago, una de las principales figuras en Rosario en el marco del Congreso de la Lengua, confesó que había dudado en decirlo, pero que finalmente había decidido hacerlo, y recordó "que en Argentina no se habla una sola lengua, que se hablan otras".
"Y que el respeto y el trabajo y la entrega y la dedicación que la lengua española merece como lengua de comunicación nacional tiene que compaginarse con el respeto que merecen otros idiomas de comunidades que vienen del principio de los tiempos, comunidades que ya estaban aquí antes de que llegara la lengua castellana a América".
Saramago también tuvo palabras para los niños premiados que llegaron desde lejos de regiones pobres, recordando sus propios orígenes de pobreza. "Yo he nacido como vosotros en familias que no tenían nada, que eran pobres, paupérrimas. Mi gente no sabía leer ni escribir. Mi padre sabía un poquito, pero mi madre no".
"Ellos vivían con pocas palabras pero tenían una cultura como vosotros seguramente la téneis en vuestros pueblos. Y eso puede ser poco y puede ser riquísimo en la medida que las pocas palabras que uno tenga las sienta como algo profundamente suyo".
El autor de "La caverna" manifestó haberse sentido tocado por la palabra "libertad" del himno argentino. "Y me pregunto si en el tiempo de la dictadura argentina el himno nacional se seguía cantando, y se seguía cantando. Y eso nos dice que hay que tener mucho cuidado con las palabras".
"En ese tiempo la palabra libertad se usaba en dos sentidos. Ellos, y no necesito decir de qué estoy hablando, la usaban en el sentido libertad para matar, libertad para torturar, libertad para todo lo horrendo y horroroso que ocurrió aquí", señaló.
"Los que contra ellos lucharon usaron la palabra libertad para resistir, libertad para luchar, libertad para salvar la dignidad del pueblo argentino", afirmó.
"Las palabras no son inocentes ni impunes, hay que tener muchísimo cuidado con las palabras. Porque si no las respetamos, empezamos por no respetarnos a nosotros mismos, porque libertad tiene un único sentido y si se usa de una forma perversa o pervertida, entonces son los ciudadanos los que tienen que dar el contenido real a la palabra", aseveró el escritor.
También estuvieron presentes en el acto en la Escuela Normal 2 de Rosario el escritor argentino Mempo Giardinelli, el alcalde de la ciudad, Miguel Lifschitz, y la subsecretaria de Cultura y presidenta de la Comisión Ejecutiva del Congreso de la Lengua, Magdalena Faillace, entre otras autoridades.
Por su parte, los pequeños escritores premiados esta mañana regresarán a sus hogares con la alegría inesperada de haber saludado o haberse sacado una foto con el Premio Nobel de Literatura, que se mostró más que cómodo en el entorno escolar.
Saramago participó en una escuela rosarina de la entrega de los Premios del Certamen Nacional de Escritura 2004, en el marco del III Congreso Internacional de la Lengua Española, ocasión en la que recibió numerosas muestras de afecto de los asistentes.
El Premio Nobel de Literatura llamó a no olvidar que, "se haga lo que se haga, computadoras, Internet, no hay nada en el mundo que haya podido sustituir al libro".
"Yo no he tenido libros, libros míos, hasta los 18 o 19 años. También es cierto que en ese tiempo no teníamos nada más que libros, los que podían llegar a ellos. Afortunadamente no teníamos nada, porque aquel que no tiene nada se lo inventa para tener algo", dijo.
"Toda mi cultura literaria yo la he recibido en la biblioteca pública, porque yo en casa no tenía libros", subrayó el autor que mañana participará durante la última jornada del congreso en un homenaje a Ernesto Sábato.
Asimismo señaló que si tuviera que elegir un libro para llevar a una isla desierta, sería El Quijote. "Por llamarlo así, es el Papa de los libros".
Por otra parte, Saramago, una de las principales figuras en Rosario en el marco del Congreso de la Lengua, confesó que había dudado en decirlo, pero que finalmente había decidido hacerlo, y recordó "que en Argentina no se habla una sola lengua, que se hablan otras".
"Y que el respeto y el trabajo y la entrega y la dedicación que la lengua española merece como lengua de comunicación nacional tiene que compaginarse con el respeto que merecen otros idiomas de comunidades que vienen del principio de los tiempos, comunidades que ya estaban aquí antes de que llegara la lengua castellana a América".
Saramago también tuvo palabras para los niños premiados que llegaron desde lejos de regiones pobres, recordando sus propios orígenes de pobreza. "Yo he nacido como vosotros en familias que no tenían nada, que eran pobres, paupérrimas. Mi gente no sabía leer ni escribir. Mi padre sabía un poquito, pero mi madre no".
"Ellos vivían con pocas palabras pero tenían una cultura como vosotros seguramente la téneis en vuestros pueblos. Y eso puede ser poco y puede ser riquísimo en la medida que las pocas palabras que uno tenga las sienta como algo profundamente suyo".
El autor de "La caverna" manifestó haberse sentido tocado por la palabra "libertad" del himno argentino. "Y me pregunto si en el tiempo de la dictadura argentina el himno nacional se seguía cantando, y se seguía cantando. Y eso nos dice que hay que tener mucho cuidado con las palabras".
"En ese tiempo la palabra libertad se usaba en dos sentidos. Ellos, y no necesito decir de qué estoy hablando, la usaban en el sentido libertad para matar, libertad para torturar, libertad para todo lo horrendo y horroroso que ocurrió aquí", señaló.
"Los que contra ellos lucharon usaron la palabra libertad para resistir, libertad para luchar, libertad para salvar la dignidad del pueblo argentino", afirmó.
"Las palabras no son inocentes ni impunes, hay que tener muchísimo cuidado con las palabras. Porque si no las respetamos, empezamos por no respetarnos a nosotros mismos, porque libertad tiene un único sentido y si se usa de una forma perversa o pervertida, entonces son los ciudadanos los que tienen que dar el contenido real a la palabra", aseveró el escritor.
También estuvieron presentes en el acto en la Escuela Normal 2 de Rosario el escritor argentino Mempo Giardinelli, el alcalde de la ciudad, Miguel Lifschitz, y la subsecretaria de Cultura y presidenta de la Comisión Ejecutiva del Congreso de la Lengua, Magdalena Faillace, entre otras autoridades.
Por su parte, los pequeños escritores premiados esta mañana regresarán a sus hogares con la alegría inesperada de haber saludado o haberse sacado una foto con el Premio Nobel de Literatura, que se mostró más que cómodo en el entorno escolar.
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