Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

viernes, 21 de agosto de 2009

ENTREVISTA / BIÓGRAFO: A FUTURO "SE HABLARÁ DE BORGES COMO DE SHAKESPEARE O DANTE"

  Buenos Aires, 21 ago (dpa) - "Van a pasar 300 años y se va a hablar de Borges como hoy hablamos de Shakespeare o de Dante", vaticina Alejandro Vaccaro, biógrafo y coleccionista del escritor argentino de mayor proyección universal.

   Jorge Luis Borges "jamás se promocionó, jamás promocionó su obra, y sin embargo sus libros se siguen vendiendo y se van a vender", señala Vaccaro, autor entre otros de "Georgie 1899-1930", "El señor Borges", "Borges, una biografía en imágenes" y "Borges Vida y Literatura".

   El especialista considera que el autor de "El Aleph" y "Ficciones", de cuyo nacimiento se cumplen 110 años el 24 de agosto, "se apropió de una cantidad de temas, de una cantidad de palabras. Acuñó una identidad, que es lo más difícil de hacer literariamente".

   "Él comenzó a jugar en esa línea delgada que trazaba entre ficción y realidad, entre sueño y vigilia, citas reales y citas falsas. Caminó por una suerte de cornisa donde el lector tenía que estar muy atento para saber de qué estaba hablando. Y hoy todavía pasa. Hoy se lo estudia desde la matemática, desde la física, desde la teología", explica en entrevista con dpa.

   Vaccaro, actual presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), cargo que Borges también ocupó, relata: "Siempre sentí admiración por su obra. Y después también por él, me pareció un hombre ético, generoso, bondadoso, que vivió los últimos 40, 45 años de su vida en un departamentito de 70 metros".

   "Era un hombre austero, jamás tuvo automóvil, caminaba, no tomaba alcohol. Durante 17 años fue director de la Biblioteca Nacional, pasó por distintos gobiernos que lo respetaron por su gestión", indica Vaccaro, nacido en Buenos Aires en 1951.

   Interrogado acerca de si comparte que fueron las ideas políticas de Borges las que lo privaron del Premio Nobel, responde que durante 25 años, "desde 1961 cuando ganó el premio Formentor hasta que murió, todos los años fue candidato. Puede ser una de las razones. En última instancia, si esa es la razón, me parece un error grave de la Academia (Sueca) haber denegado un premio a alguien que tiene una obra muy trascendente por una cuestión extraliteraria".

   Vaccaro no duda en manifestar su admiración: "Yo lo respeto muchísimo como escritor, como persona y como lector. Me parece sí que Borges es el lector más importante de la historia de la humanidad. Él como escritor sin duda está entre los grandes, pero como lector no había con qué darle, era un lector extraordinario".

   "Él dijo una vez: 'que otros se jacten de los libros que han escrito, yo me enorgullezco de los que he leído. Uno es por lo que lee, no por lo que escribe'. Yo creo que ese es casi su legado: para ser un buen escritor hay que ser un buen lector", apunta el biógrafo y presidente de la Asociación Borgesiana de Buenos Aires.

   Y recuerda que a fines de los años 30 Borges escribía una página en la revista "El Hogar", y "en aproximadamente cuatro años que trabajó ahí, reseñó 200 libros". Además "manejaba cuatro idiomas (español, inglés, francés y alemán), era un buen latinista, leía en italiano". "Cuando él empezó a quedarse ciego ya había leído lo esencial", indica.

   Asimismo, opina que la ausencia de un museo dedicado al escritor en la Buenos Aires que lo vio nacer en 1899 es "una gran deuda que tiene esta ciudad con Borges". "Estamos preparando para hacer un museo en la Casa José Hernández, que es una de la sedes de la Sociedad Argentina de Escritores", anticipa.

   "Estamos trabajando, hay una museóloga que está haciendo los estudios para adaptar parte de la colección a las comodidades que tenemos. No queremos apurarnos, esto lo vamos a ir llevando tranquilamente y probablemente el año que viene lo inauguremos", cuenta.

   Vaccaro inició su colección hace unas tres décadas, al enterarse de que había tres libros de su juventud que Borges -fallecido en Ginebra en junio de 1986- no había querido reeditar: "El tamaño de mi esperanza", "El idioma de los argentinos" e "Inquisiciones".

   "Me pareció que podía haber en esos libros alguna clave que definiera algún aspecto de su obra literaria. Ahí entré en un mundo que me fue llevando. Empecé a buscar esos libros en librerías anticuarias, en librerías de viejo. Empecé a transitar un camino involuntariamente, sin proponérmelo".

   "Entonces me empezaron a visualizar como un comprador de libros de Borges. Cada vez que tenían algo, me llamaban. Y empecé a comprar muchas cosas. Hoy tengo una colección que tiene 20.000 piezas, con libros, documentos, manuscritos, objetos, recortes, revistas", relata Vaccaro.

   "A mi casa vienen profesores de universidades de todo el mundo y se sientan en un escritorio y tienen toda la obra de Borges al alcance de la mano, de su primer libro al último, todo en primeras ediciones", se enorgullece.

   Sin embargo, aclara: "Jamás me propuse ser coleccionista ni tener esta colección. Un día me di cuenta de que la tenía y que había que cuidarla y empecé a tomar recaudos. Tengo todo forrado con papel especial con PH neutro, está todo digitalizado".

   Vaccaro, quien nunca habló con Borges aunque asistió a sus conferencias, trazó una síntesis de su biografiado en apenas tres palabras: "un ser literario".

ENTREVISTA / JULIO ORTEGA: "TODOS HEMOS SIDO EDUCADOS EN LA UNIVERSIDAD BORGES"

Buenos Aires, 21 ago (dpa) - "Todos hemos sido educados en la Universidad Borges, ese taller de subversiones irónicas, críticas, vitales", considera el crítico y escritor peruano Julio Ortega, y destaca que una de las lecciones de Jorge Luis Borges fue "liberar al autor de su obra".

Eminente estudioso de la literatura latinoamericana y profesor del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Brown (Providence, Rhode Island), sostiene que "si el cambio es la mitología de lo moderno, la contribución borgeana es entrañablemente latinoamericana: hay que cambiar la lectura".

"Esto es, desmontar los monumentos de autoridad y propiciar las disoluciones de lo relativo. El operativo borgeano es proponer que no hay una verdad única y universal sino tantas interpretaciones como tiempos hay, mundos y márgenes. Por eso yo repito que si hubiese una sola verdad, no habría lugar para América Latina", explica Ortega, nacido en Casma en 1942, en una entrevista respondida por correo electrónico.

Ortega, quien publicó una edición crítica y facsimilar de "El Aleph" junto con Elena del Río Parra (El Colegio de México), apunta que Borges -de cuyo nacimiento se cumplen 110 años el 24 de agosto- "de joven fue alegremente vanguardista".

"Luego en los años 40 nace el Borges maduro, el que finalmente ha conquistado su propia perplejidad y ya no es un escritor que repite el mundo sino uno que lo resta del lenguaje. Y el de la vejez es un autor clásico, que rima y versifica de memoria, como si visitara su propio mundo con otro lenguaje, memorioso y paradójico", indica Ortega, residente en Estados Unidos hace tres décadas y compilador de diversas antologías de nueva literatura latinoamericana.

Autor de numerosas publicaciones críticas como "Retrato de Carlos Fuentes", "El discurso de la abundancia" y "Una poética del cambio" y de poesía y narraciones ("La vida emotiva", "Habanera" y "La mesa del padre", entre otros), asistió a conferencias que el escritor argentino dictó en la Universidad de Yale en 1971 y en la de Texas, Austin, en 1982. También es autor de varios ensayos, testimonios e incluso relatos en torno a Borges, sobre cuya obra organizó un coloquio, presidido por María Kodama, en el Instituto Cervantes de Nueva York.

dpa: ¿Cuáles eran las peculiaridades del Borges conferencista? ¿Qué impresión le dejó?

Ortega: Recuerdo que Borges le tenía terror a la muchedumbre. No la veía, claro, pero la sentía y prefería no saber que la sala estaba llena. Sus conferencias eran parte de su proyecto de una conversación literaria donde todos tuviéramos un papel, el de interlocutores.

dpa: ¿Cuál es el grado de interés académico en la obra borgeana en Estados Unidos? ¿Se encuentran actualmente sus libros traducidos al inglés?

Ortega: Todos sus libros, creo, circulan muy bien en inglés. Pudo él vivir la extraordinaria repercusión de su obra, aunque haya sido un testigo irónico de su propio éxito. Hoy ya Borges forma parte de la literatura, se confunde con ella, y ha sido reapropiado y transformado. Es un término de referencia, una condición radicalmente literaria del lenguaje.

dpa: ¿Cree que opiniones muchas veces polémicas o irónicas de Borges pudieron opacar en determinados círculos el reconocimiento a su obra?

Ortega: No creo, porque sus opiniones no hay que tomarlas literalmente en serio. Le gustaba bromear, es cierto, pero tampoco quería ser un héroe del discurso correcto, ni siquiera del justo. Era, eso sí, un hombre ético, sobrio y decoroso. Y quizá alguna de sus opiniones, sobre todo las políticas, podían ser escandalosas.

dpa: ¿De dónde proviene el objetivo de Borges de "narrar lo estrictamente necesario"?

Ortega: Curiosamente, una de las fuentes de Borges es la crítica del lenguaje pero otra es el discurso místico, donde el lenguaje se alimenta de lo visionario. Pero él logró que ambas fuentes impusieran la economía del decir breve. El aleph, por ejemplo, promete el universo como asombro; pero la pequeña esfera tornasolada es, en sí misma, más asombrosa que el universo catalogado.

dpa: ¿Mediante qué mecanismos lograba Borges desvanecer la frontera entre la ficción y el ensayo?

Ortega: Sobre todo con la "puesta en abismo" de la ficción dentro de la ficción, que demuestra que estamos contaminados de literatura. Pero, así mismo, con la demostración irónica de que todo discurso, incluso el que pretende ser más objetivo, es una ilusión verbal. Borges se adelantó a Lacan al demostrar que la ficción es la parte intrínseca de la verdad.

dpa: ¿Cómo alimentan las tradiciones la obra de Borges?

Esta obra viene de todas partes, al punto que se podría leerla como una anotación amena a la lectura de la literatura universal. Pero viene también de la puesta en crisis de ese monumento canónico. El mapa borgeano de la literatura no coincide con ella, ni con la nacional ni con la clásica, pero tampoco con la moderna. Es una biblioteca elegida por su lectura analítica y fantástica, que introduce lo ficticio en la misma naturaleza referencial del lenguaje.

dpa: ¿Por qué factores la obra de Borges trascendió largamente las fronteras de su país y de habla hispana?

Ortega: La crítica borgeana del lenguaje literal, del habla indistinta y elocuente del español tradicional (que ya Cervantes había puesto en entredicho) coincidió con un periodo del pensamiento crítico y filosófico que partía, precisamente, del reconocimiento de los límites del lenguaje. Por eso, Blanchot, Derrida, Foucault, Genette, y tantos otros, estuvieron fascinados por la argumentación borgeana, por su laconismo, agudeza, y sentido autoirónico. Las clasificaciones absurdas, la precariedad del yo, la matriz literaria del discurso contemporáneo, los juegos y abismos de Borges se hicieron parte de la literatura misma, y son hoy nuestra tradición moderna.

dpa: ¿Qué le hubiese faltado a la literatura sin Borges?

Ortega: Le habría faltado la conciencia de su propio asombro. La de Borges es una literatura que excede ampliamente a su autor, y que no se explica sino por ella misma. Borges, quizá, fue un mediador privilegiado entre la tradición literaria y la modernidad iberoamericana, como lo fue en su hora Ruben Darío. Por eso, hoy conviene no leerlo a partir de su vida, ideas y manías, sino simplemente como una obra independiente del autor. Recordemos que Borges se opuso no a Unamuno sino a la figura que se creó de él; y que ironizó la figura de Lorca, porque su obra se perdía en el mito de su vida. Liberar al autor de su obra fue una de sus lecciones.