Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

sábado, 10 de febrero de 2001

CORTÁZAR: LA LIBERTAD LÚDICA Y EL COMPROMISO IDEOLÓGICO

Buenos Aires (dpa) - "Hay que luchar contra el idioma para que no imponga sus fórmulas y sus clichés, las frases hechas, todo lo que caracteriza tan bien a un mal escritor", sostenía Julio Cortázar.

El autor argentino afirmaba que el resultado de la confrontación del escritor con la palabra es una alegre batalla". El libró esa pelea de modo incansable, como un boxeador que cuenta con numerosos recursos pugilísticos para saberse invencible ante su "adversario", el lenguaje.

Julio Cortázar incluyó a lo largo de su obra lo que él denominó una "constante lúdica", que no se limita a un recurso narrativo, sino que se contrapone a la vida ordinaria, en busca de otras realidades diferentes de la cotidiana.

Enfrentado a lo que denominaba un falso lenguaje literario, el de la solemnidad y el acartonamiento, aspiraba a un lenguaje que tuviera la misma espontaneidad que el rico estilo oral.

La asombrosa novela "Rayuela" (1963), que es "muchos libros, pero sobre todo es dos libros", ofrece al lector un papel pasivo, con una lectura lineal, o bien convertirse en cómplice, saltando de un capítulo a otro y rechazando el orden cerrado de la novela tradicional.

En el capítulo 68 se encuentra un texto escrito íntegramente en gíglico, idioma inventado por los protagonistas de la novela, Horacio Oliveira y La Maga: "!Evohé! !Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos".

"Historias de cronopios y de famas" (1962) presenta un mundo fantástico habitado por "famas", ordenados, cautelosos y solemnes, y "cronopios", alegres, desordenados y poco afectos a las convenciones.

También describe con franca comicidad el mundo de lo normal conviviendo con una extrañeza inexplicable, como en los cuentos "Instrucciones para subir una escalera", "Pérdida y recuperación del pelo" e "Instrucciones para llorar".

Cortázar, que vivía en París desde 1951 tras abandonar la Argentina debido a sus diferencias con el peronismo, quedó fuertemente impactado por una visita a Cuba poco después de la Revolución.

Allí nació su preocupación política, que marcaría también su literatura. El tema fantástico, por lo fantástico mismo, dejó de interesarle.

"De mi país se alejó un escritor para quien la realidad debía culminar en un libro. En París nació un un hombre para quien los libros deberán culminar en la realidad", decía con su voz profunda de "eres" afrancesadas y acompañado por el gesticular de sus expresivas manos.

En el cuento llamado "Reunión", del libro "Todos los fuegos el fuego" (1966), Cortázar narra el impulso revolucionario que llevó a los "barbudos" al triunfo.

Desde entonces, Cortázar se propuso seguir viviendo en su plena libertad lúdica, pero con la adopción de un compromiso ideológico y político, que implicaba abandonar la torre de marfil de la "literatura pura".

Cuando se produjo la muerte de Ernesto Guevara, escribió un sentido poema, titulado "Che": "Yo tuve un hermano/No nos vimos nunca/pero no importaba./Yo tuve un hermano/que iba por los montes/mientras yo dormía."

Años más tarde, viajó varias veces a Nicaragua para apoyar la revolución sandinista. Donó los derechos de "Los autonautas de la cosmopista" (1983), escrito en colaboración con su mujer Carol Dunlop, al sandinismo nicaragüense.

Cortázar -quien estaba convencido de que el azar hacía mejor las cosas que la lógica- "jugaba en serio", según afirmaba el escritor chileno Volodia Teitelboim. "El juego que descubre la verdad en el fraude de los nombres, de los lugares comunes, de la historia que le contaron en la escuela, de la superficie que vivimos y aprendemos".

El autor de "Rayuela" murió el 12 de febrero de 1984 en París, la metrópoli que tanto le gustó recorrer durante más de tres décadas. Sólo dos meses antes había caminado por última vez por las calles de Buenos Aires, ciudad que decía llevar puesta como otros llevan los zapatos", pese a su larga ausencia.