Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

domingo, 12 de agosto de 2018

EDUARDO RABASA: DESDOBLARSE ENTRE LOS OFICIOS DE EDITOR Y ESCRITOR

El mexicano Eduardo Rabasa, cofundador del reconocido sello independiente Sexto Piso y quien concilia su oficio de editor con su más reciente rol de escritor, cree que "el mundo del libro es muy jerárquico".

"Es como muy vertical y cada quien tiene su lugar como muy marcado. Entonces cuando
yo publiqué un libro es como si me hubiera salido de mi lugar de alguna manera", dice a dpa Rabasa, cuya segunda novela, "Cinta negra", llega en estos días a  Argentina (Ediciones Godot).

"No ha sido agradable. En lo laboral me ha causado problemas por ejemplo con algunos de os autores y autoras de la editorial, pues no les hizo gracia que yo publicara un libro o dos ahora. No entiendo muy bien porqué, porque no los publiqué en mi editorial ni creo estar haciendo peor mi trabajo", apunta el autor elegido entre las mejores plumas jóvenes de Latinoamérica por la lista Bogotá 39-2017.

Rabasa es uno de los invitados de la VII Feria de Editores que finaliza este domingo en Buenos Aires, con participación de numerosos sellos independientes argentinos y latinoamericanos, entre ellos Sexto Piso. Y además llega con "Cinta negra", una parodia corrosiva que pone el foco en las relaciones de poder dentro de las grandes corporaciones.

Su protagonista, el inescrupuloso Fernando Retencio, trabaja en la empresa Soluciones y está obsesionado por acceder a la cinta negra. Se trata del máximo reconocimiento que otorga la compañía, que computa en una pizarra aciertos e infortunios de sus empleados, mientras estos libran una feroz competencia entre sí.

Esta novela distópica, que ya se publicó en México y Alemania y próximamente saldrá en Italia, surgió de la percepción de que "las empresas son como el gran actor económico, sin duda, pero cada vez más político e incluso cultural de la época. Los medios como
Facebook, Google son como los nuevos héroes, además son filántropos y buena onda", señala el escritor y editor.

Rabasa (Ciudad de México, 1978) buscó seguir "el recorrido de un personaje protagonista que hubiera hecho totalmente suyo este credo corporativo, como esta tecnología del management, del éxito", explica. El objetivo fue por tanto "explorar un poco esa mentalidad y qué tipo de individuo está produciendo".

Feria de Editores en el Konex
Para ello leyó especialmente libros de management y filosofía empresarial, entre ellos uno "súper-autocelebratorio" que le impresionó mucho de Laszlo Bock, quien dirigió recursos humanos de Google.

Su filosofía implica "la alberca (piscina) de pelotas, la fuente de soda, si estás estresado puedes bajar y tocar la guitarra un rato. Tiene como esta cosa casi lúdica, puedes venir en sandalias y shorts, pero al lado de eso describe unos mecanismos laborales horrorosos".

Rabasa, quien se tituló en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dice que la escritura de su primera novela "La suma de los ceros" (2015) tuvo "un proceso muy ordenado, tranquilo" y que le sirvió "para sanar algunas cosas".

"Cinta negra" resultó ser todo lo contrario. "Fue un proceso muchísimo más frenético desde los horarios, eran sesiones mucho más largas y me quedaba en un estado de exaltación, soñaba con el libro. Muchas veces me despertaba a medianoche y ahí apuntaba", señala. "Apenas estoy pudiendo volver a poner orden en mi vida".

A la pregunta de cómo se gestó la consolidación de Sexto Piso, afirma: "Cuando empezamos nos topábamos casi siempre con un discurso de 'en México no se puede tener una editorial así'. Esa idea de que no se podía acababa en la práctica siendo lo que hacía que la gente no lo intentara. Y nosotros, porque no teníamos experiencia, no conocíamos el mundo del libro, no conocíamos las dificultades, simplemente decidimos intentarlo".

El sello -que nació en México en 2002 y desde 2005 cuenta con una sede en España- apostó a iniciar con un catálogo sólido de autores clásicos "y después quizá de ahí empezar a arropar a escritores menos conocidos. Tomamos el camino inverso de lo que hacía mucha gente y supongo que en parte eso fue lo que funcionó".

Respecto de las futuras políticas culturales del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, destaca el nombramiento de Margo Glantz –una de las autoras que publica Sexto Piso- al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE) como "una muy buena señal" y "una noticia extraordinaria".

A la vez, Rabasa lamenta que la administración saliente "tuvo un desdén tremendo por la cultura. Hay programas de compras de libros que funcionaban muy bien y los fueron reduciendo y reduciendo", ejemplifica.

¿Qué gratificación le dejan sus oficios? Ser editor "produce mucha satisfacción, porque es un trabajo en equipo" y por "estar publicando buenos libros", reflexiona. En la escritura, en cambio, encuentra el placer en "el momento de escribir" y no tanto en la parte pública.

Y confiesa: "Casi siempre cuando me preguntan '¿tú que eres?' yo digo 'editor'. No acabo de asumir que también escribo. Supongo que será cosa de tiempo".

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martes, 7 de agosto de 2018

"CUENTOS DE LA SELVA" DE QUIROGA, ECO INCESANTE DE UNA GEOGRAFÍA

"Cuentos de la selva" del uruguayo Horacio Quiroga, con sus relatos protagonizados por yacarés, flamencos, tigres y coatíes, celebra este año el centenario de su primera publicación en Buenos Aires, convertido en un clásico de la literatura infantil con innumerables reediciones y traducciones.
Quiroga (Salto, Uruguay, 1878-Buenos Aires, 1937) fue un autor atravesado por la selva misionera, donde encontró inspiración y refugio de una vida marcada por la tragedia. Su experiencia en esa exuberante geografía no pudo ser más directa: allí crió a sus hijos, cultivó yerba mate y levantó una casa con sus propias manos.
"Todos los cuentos de Quiroga, cualquiera fuera su tema, están construidos de manera impecable. Pero debo señalar que aquellos que se sitúan en Misiones están impregnados del misterio, la pobreza, la amenaza latente de la selva", lo elogiaba su compatriota Juan Carlos Onetti. 
Los ocho relatos que atraparon a numerosas generaciones tienen como personajes a animales selváticos representados de forma humanizada, que hacen uso de la palabra y del pensamiento. A veces se enfrentan o se alían entre ellos; otras, su socio o adversario es el hombre.
En sus páginas una tortuga busca salvar a su amigo humano enfermo ("La tortuga gigante"), los yacarés se enfrentan a un buque ("La guerra de los yacarés") y las rayas dan encarnizada batalla a los tigres para defender a un hombre ("El paso del Yabebirí"). Completan el libro "Las medias de los flamencos", "El loro pelado", "La gama ciega", "Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre" y "La abeja haragana".
La primera edición de la obra vio la luz en 1918 como "Cuentos de la selva para los niños", publicada por la Sociedad Cooperativa Editorial Limitada en Buenos Aires. Sin embargo, sus relatos habían ido difundiéndose en las páginas de populares revistas y semanarios porteños a partir de 1916. 
Entre las innovaciones del libro se encuentra, "en primer lugar, un golpe de aire fresco gracias a la naturalidad con que narra pero hay más: acierta en el movimiento de atención que mueve a todo lector y, en especial, a los niños que perciben la trampa de la niñería", apunta a dpa el crítico literario argentino Noé Jitrik.
Lo que el cuentista rioplatense descubre en la selva misionera "está en estrecha relación con una mirada que actúa por capas, del exterior brumoso de personajes en apariencia simples a situaciones que 'significan' poderosamente, el sentido de la experiencia, el trato con la muerte", indica Jitrik.
En 1903, en lo que devendría el viaje iniciático que impregnaría su vida y su literatura, Quiroga acompañó como fotógrafo al escritor Leopoldo Lugones a una expedición a las misiones jesuíticas en la provincia argentina de Misiones.
Fascinado por ese paisaje, lo eligió para vivir allí años después junto a su esposa, la joven Ana María Cirés, con quien tuvo dos hijos. Tras seis años de jungla y matrimonio, Cirés se suicidó en 1915 y Quiroga se trasladó luego con sus hijos a Buenos Aires.
El maestro del cuento latinoamericano regresó por última vez a la selva entre 1932 y 1936 con su segunda mujer, María Elena Bravo, tres décadas menor que él, y quien dio a luz a su tercera hija.
El libro, con su prosa sencilla, clara y por momentos violenta como la propia naturaleza, contó con adaptaciones teatrales en diversas latitudes. 
El argentino Gastón Marioni, quien recientemente escribió y dirigió una versión de "Cuentos de la selva" en el Teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata, una precuela de estos relatos con música de Damián Mahler, dice a dpa: "Me parecieron más que oportunos los universos que despliega, en tanto cualidades, valores e idiosincrasia en tiempos de tanta globalización, individualismo y sectación".
Asimismo el clásico de la literatura infantil inspiró un film argentino-uruguayo de animación en 2010, una versión libre dirigida por Liliana Romero y Norman Ruiz. Previamente tres de sus relatos se convirtieron en dibujos animados, en cortos producidos por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
¿A qué se debe la vigencia de esta obra de Quiroga? "Son hechos que no se pueden explicar; no les sucede a todos los libros, ni siquiera a otros de su mano", analiza Jitrik. "Debe ser porque en su oportunidad tocó alguna cuerda humana sensible y la resonancia que produjo no se apaga porque no es inherente a los niños ni al ambiente que describe", concluye el escritor y crítico.
Por su parte, el dramaturgo Marioni considera: "La vigencia será perenne mientras la condición humana siga siendo tal. Allí su validez, su inmortalidad; ese espejo que nos devuelve a pensarnos en sociedad".
Quiroga, quien publicó también obras como "Cuentos de amor, de locura y de muerte", "Anaconda" y "Los desterrados", fue además poeta, dramaturgo, docente, ciclista aficionado, inventor amateur y juez de paz. En 1937, enfermo de cáncer, se quitó la vida en Buenos Aires. 
Mientras tanto, los "Cuentos de la selva" siguen acercando al lector los mágicos ecos de esa geografía que tanto lo apasionó. Como escribiera la autora argentina Liliana Bodoc: Al terminar de leer el libro "es posible que haya barro en la suela de nuestros zapatos, porque, página a página, hemos atravesado una selva".
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viernes, 3 de agosto de 2018

PABLO BERNASCONI SE ASOMA AL INFINITO DESDE UN LIBRO ÁLBUM

¿Qué es el infinito? "Es leer solo la última línea de un libro e imaginar lo que falta", postula el ilustrador y escritor argentino Pablo Bernasconi en su más reciente libro álbum. O también: "Es el ojo de un artista justo antes de empezar a dibujar". 
"Pensar el infinito desde la abstracción es como mínimo angustiante", dice Bernasconi en entrevista con dpa. Por eso en "El infinito" (Sudamericana) se inclina por la metáfora, que "propone un acercamiento mucho más amigable para el raciocinio, para nuestras mentes. Pensamos en imágenes, pensamos en comparaciones", destaca el finalista en categoría ilustración del Premio Hans Christian Andersen 2018, considerado el Nobel de la literatura infantil. 
"El infinito" es un desprendimiento de un anterior libro suyo, "La verdadera explicación". Allí ya proponía imponer "la belleza sobre la verdad, es decir la metáfora sobre la certidumbre científica, donde hay lugares y hay explicaciones que no logran acaparar o abarcar la verdad desde una escala humana, donde son comprensibles las cosas", apunta. "La metáfora tiene una escala humana", agrega.
Bernasconi (Buenos Aires, 1973), hijo de padres científicos, decidió volver sobre el concepto del infinito, al que considera "un temón con millones de aristas". Sumó más definiciones hasta convertirlo en un poemario que "tiene una cadencia, un ritmo. Y además ingresan las imágenes y se convierte en un libro álbum".
Con 15 libros infantiles publicados como autor e ilustrador -entre ellos "Mentiras y moretones", "Rebelión en el Tortoni" y "El diario del Capitán Arsenio"- y cuatro de imágenes para adultos -"Retratos 1 y 2", "Bifocal" y "Finales"-, Bernasconi defiende con convicción el género del libro álbum, que cultiva con gran sensibilidad. 
"Creo que el libro álbum tiene un desafío por delante maravilloso y muy positivo en la validación de la imagen y del texto como hermanos unidos, como una especie de inercia química", opina el artista que además ilustró más de una veintena de títulos.
En la tapa negra de "El infinito" se abre una pequeña puerta tras la cual aparece un rey de cuento que invita al lector a entrar a compartir textos y dibujos. "Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito", se lee a William Shakespeare en el epígrafe. "Una vez que salió el libro me di cuenta de que es la cita con la que empieza 'El Aleph' de Borges", cuenta el escritor, ilustrador y diseñador gráfico. 
"El rey cobró mucho sentido cuando leí eso también. El rey como poseedor de un portal es el que abre la puerta, el que encuentra la puerta, el que se asoma a la puerta. Por supuesto es un rey metafórico, tiene que ver con una especie de participación en primera persona de observaciones infinitas. El rey soy yo, sos vos, cualquiera que se asome a ese libro", afirma.
Algunas de las reflexiones sobre el infinito son angustiantes, como la primera, que describe un sueño del autor: "Es esa pesadilla en la que estoy dentro de la lluvia del televisor y me toca barrerla con escarbadientes". Otras abrevan en la poesía: "Es un frasco lleno de historias y tinta blanca derramado en la nieve".
Bernasconi, quien reside en la patagónica Bariloche, colabora con periódicos como "La Nación" en Argentina, "The New York Times" y "The Wall Street Journal" en Estados Unidos y "Daily Telegraph" y "The Times" en Reino Unido. Sus dibujos han sido galardonados varias veces por la Society for News Design (SND).
Mientras, el artista critica la actual proliferación de libros ilustrados. "Porque la imagen tiene como un gancho que llama, que ofrece, que es pirotécnica. Y eso es muy diferente a un libro álbum, donde la imagen no es pirotécnica. La imagen lo que hace es decir 'yo también te voy a contar mi historia'".
"La imagen en un libro álbum debe, con mayúsculas, multiplicar la metáfora, hacerla mucho más profunda, mucho más rica en cuanto a sentido. Si no es un libro ilustrado, que no tiene nada que ver".
Y puntualiza: "La imagen como adorno para mí es un flagelo, lo detesto. Porque vivo de las imágenes, porque me gustan las imágenes, porque entiendo las imágenes y creo que tienen mucho para contar. La imagen como adorno es como tener un labrador gigante adentro de un baño".
Por otra parte, Bernasconi manifiesta su entusiasmo tras descubrir que el lector de "El infinito" "sale y necesita volver a entrar". El libro "se vuelve un 'loop' y eso me encanta. Si sucede eso, que vos termines de leer y no logres digerirlo, y tengas que volver a ver qué pasó acá, qué pasó por el medio, eso es lo que a mí más me interesa".
Bernasconi recuerda que cuando estaba en la escuela primaria un compañero se animó a preguntarle a la maestra qué era el infinito y ella respondió con un razonamiento matemático. "A mí me angustió tanto esa explicación, me pareció sumamente inabarcable como lo es, que creo que este libro también es una deuda con eso".
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