Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

viernes, 30 de septiembre de 2016

ABAD FACIOLINCE Y LA PAZ : "ASPIRO A QUE NOS VOLVAMOS UN PAÍS MÁS NORMAL"

El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, comprometido con el "sí" en el próximo plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC, confía en que esa opción ganará en las urnas el domingo, pero advierte también que eso "será solo un paso más".
"Habrá que implementar lo pactado, que es largo, caro y difícil", señala a dpa desde Medellín el novelista, que iba a participar del festival literario Filba Internacional estos días en Buenos Aires y debió cancelar su viaje. "Aspiro a que nos volvamos un país más normal, incluso un poco más aburrido".
La violencia que azotó Colombia durante más de medio siglo castigó de cerca a la familia de Abad Faciolince: los paramilitares asesinaron a su padre, trágica historia que revive en su celebrada novela "El olvido que seremos", y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) secuestraron a su cuñado. 
Abad Faciolince piensa que el acuerdo de paz firmado el lunes pasado en Cartagena de Indias es insatisfactorio, "pero todo acuerdo, para que lo sea de verdad entre partes enfrentadas y en desacuerdo, tiene que ser insatisfactorio para un lado y otro. Y era tal vez el mejor acuerdo que se podía lograr".
"El Gobierno no cedió el modelo de sociedad, ni el modelo económico, ni el modelo de libertades. Y la guerrilla no renunció a su idea de la sociedad ideal, que se basa todavía en la utopía marxista; pero defenderá ese modelo en las urnas, con un discurso, digámoslo así, chavista. Eso es democrático. Yo esperaría que la gran mayoría del pueblo colombiano no votara por un modelo que en tantas partes de América Latina se ha revelado como una nueva forma de corrupción, y no como una verdadera redención de las mayorías", analiza.
El finalista del Premio de Novela Rómulo Gallegos en 2015 con "La Oculta" cuenta que muchos de sus compatriotas están viviendo el histórico proceso "con gran felicidad, y me cuento entre ellos, y otros con mucha rabia y amargura". 
Incluso sin guerra, Colombia es un país muy conflictivo, sostiene. "Pero de lo que se trata ahora es de seguir siendo conflictivos, duros en la polémica, pero al menos sin armas. En un mundo donde estallan tantos conflictos, y en un mundo acostumbrado a que desde Colombia solo llegaran malas noticias, quizá ahora nosotros seamos una de las pocas noticias buenas".
El autor de novelas como "Asuntos de un hidalgo disoluto", "Basura" y "Angosta" se ilusiona con que los acuerdos ayuden a disminuir la violencia endémica que padece Colombia. "Pero nadie conoce el futuro. Los que odian este acuerdo de paz dicen que su dosis de impunidad generará mucho más violencia. Espero que esa violencia no la cometan ellos mismos, pues en tal caso sería una especie de profecía autocumplida".
La violencia que asoló su país en décadas recientes también recorre las páginas de su más reciente novela, "La Oculta", nombre de una finca escondida en las montañas colombianas. La historia con algunos tintes autobiográficos enlaza las voces de tres hermanos, Pilar, Eva y Antonio, dueños de vidas y metas disímiles y herederos de la tierra que durante generaciones perteneció a su familia.
Antes de publicar "La Oculta", Abad Faciolince (Medellín, 1958) sufrió un periodo de bloqueo literario. "Lo viví haciendo hasta lo imposible por trabajar. Lo viví también desesperadamente, pues todo lo que escribía, y escribí mucho, me salía muy mal, o al menos a mí no me gustaba nada. Muchas veces pensé que no volvería a escribir. Es decir, a escribir bien, al menos".
"Pensé en que me iba a dedicar a leer, solamente, ya que lo que escribía me parecía tan inútil. Pero es muy triste sentir eso: es como si uno fuera ingeniero y construyera puentes, y sintiera que esos puentes se van a caer. O un arquitecto que se arrepiente de la casa que hizo, o un dentista que ve que en vez de arreglar una muela, la dañó más", confiesa.
Interrogado acerca de si su última novela (editada por el sello Alfaguara) puede ser leída como una metáfora de los destinos de su país, Abad Faciolince contesta que la concibió "como algo literal: La Oculta es lo que es, una vieja casa, un lago, una tierra, una finca, unos cafetales".
Y luego matiza: "Al mismo tiempo me doy cuenta de que cualquier historia puede convertirse en una especie de sinécdoque, la parte por el todo. Una imagen, un sitio, una historia por donde desfilan muchos asuntos del país: la propiedad de la tierra, la violencia guerrillera o paramilitar, la minería, las relaciones sociales, los nuevos tipos de familia. En últimas tal vez toda novela aspira a ser un resumen del mundo, o al menos de cierto tipo de mundo".
El también columnista del diario "El Espectador" recuerda que cuando partió al exilio en Italia odiaba Colombia y Medellín. "Sin embargo siempre sentí una especie de nostalgia, de dolor de la lejanía, por cierta temperatura: el trópico al atardecer, la luz deslumbrante del mediodía, la variedad de verdes de las montañas".
Abad Faciolince profesa un apego especial por la zona donde su abuelo tenía su hacienda, y antes los abuelos de su abuelo. "Esa finca fue la herencia -ya muy pequeña, pues la propiedad se dividió primero por tres, luego por ocho, luego por cinco- que nos dejó mi padre. Y queda en la región de La Oculta. ¿Pero tiene uno, tiene cualquier persona derecho a ser dueña de un pedazo de tierra? Ni siquiera estoy muy seguro de esto. Y la novela no creo que pueda responder, aunque hubiera querido, a esta pregunta", reflexiona.
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martes, 6 de septiembre de 2016

"BANDERAS Y HARAPOS", RETAZOS DE LA MEMORIA Y EL DOLOR DE NICARAGUA

"Fue la guerra y sin embargo era la vida. De su propio derrumbe los recuerdos emergen claros, cálidos, violentos", escribe Gabriela Selser en "Banderas y harapos. Relatos de la revolución en Nicaragua", una suerte de "conjuro contra el dolor" que narra sus años como alfabetizadora y corresponsal del conflicto armado entre sandinistas y "contras".
La periodista argentino-nicaragüense presentará su libro de memorias junto con el escritor Sergio Ramírez y la psicóloga Martha Cabrera el próximo jueves en la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua. Luis Enrique Mejía Godoy y Norma Helena Gadea cantarán además en el cierre del evento.
En diálogo con dpa, Selser cuenta sus motivos para materializar "Banderas y harapos": "Surgió casi como una necesidad vital, porque a inicios del año 2000, habiendo transcurrido diez años del fin de la revolución sandinista, comencé a tener sueños y pesadillas recurrentes sobre distintos episodios: la familia que alfabeticé en la montaña, las caminatas cruzando los ríos, las coberturas de guerra, los ataques de la 'contra', los amigos muertos..."
"Escribí entonces una serie de relatos que intenté varias veces corregir y publicar, sin lograrlo. Creo que ahora necesité quitarle la lápida a los recuerdos del pasado para cerrar ese ciclo, para conjurar el dolor", afirma desde Managua.
"Banderas y harapos" (Anamá Ediciones) busca responder a lo largo de sus páginas a preguntas como "qué se perdió para siempre y qué nos queda hoy". Mientras, da testimonio de las visitas del escritor argentino Julio Cortázar y el cantautor uruguayo Daniel Viglietti para apoyar a Nicaragua, así como del polémico viaje del papa Juan Pablo II, entre muchísimos sucesos que marcaron el día a día de la revolución sandinista (1979-1990).
Para esta serie de relatos y crónicas, donde el rigor periodístico se entrelaza con la narración literaria, Selser revisó sus artículos en "Barricada" –el periódico del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para el que cubrió numerosos combates-, así como también su diario de alfabetizadora en Waslala, en el noreste del país.
"No hay otra manera de contar la Historia con mayúscula, que a través de las historias con minúsculas. Y aquí está este libro lleno de nostalgias vivas que renacen en la lumbre al soplar los rescoldos", apunta Sergio Ramírez en el prólogo. "Ahora estamos en el presente despiadado. Las banderas de la revolución se volvieron en la calle, harapos", agrega el ex vicepresidente sandinista.
La autora, hija del periodista e historiador argentino Gregorio Selser, nació en Buenos Aires y se exilió en 1976 con su familia en México, tras iniciarse la dictadura argentina. Con 18 años, partió en 1980 a alfabetizar en Nicaragua y su destino fue durante seis meses la comunidad rural de San José de las Casquitas.
"Entendimos lo difícil que es la vida de los pobres y el valor de un plato de frijoles", escribió entonces en su diario de campo Selser, corresponsal de dpa en Managua desde 1995.
Selser también refiere cómo un miembro de la familia campesina González Aráuz, a la que le tocó alfabetizar, la ubicó mucho tiempo después para contarle con emoción que se había graduado como ingeniero agrónomo. El mismo que a sus 11 años garabateaba: "Tenemos poco, cultivemos más. ¡Adelante!".
Uno de los capítulos del libro está dedicado a Cortázar, quien participó en una vigilia de paz en Bismuna durante su séptimo viaje a Nicaragua. "Viudo, Cortázar parecía buscar en la desolación de Bismuna su propio conjuro contra la muerte", señala la periodista y recuerda la pena que le producía al autor de "Rayuela" un manto de naranjas tiradas en el pasto. 
El escritor cavó zanjas, al igual que los demás, mientras una y otra vez se le caía su lápiz. El mismo con el que añadió, cómplice, una frase final a la nota de Selser sobre ese viaje: "Alguna vez este será un lugar de paz y aquí se construirán escuelas. Y siempre habrá gente para recoger todas las naranjas".
Viglietti, en tanto, visitó la redacción de la Agencia Nueva Nicaragua (ANN), donde Selser se inició como periodista, y terminó de componer allí en una máquina de escribir prestada su "Declaración de amor a Nicaragua".
"Banderas y harapos" discurre entre aprendizajes y errores del sandinismo. Entre estos últimos, detalla: "La guerra y la escasez continuarían su curso inexorable durante varios años más, erosionando la capacidad de resistencia de la población, que no veía salida a sus problemas. A ello se sumaban los ya cada vez más notorios privilegios de que gozaba la mayoría de los dirigentes del FSLN...".
Este proceso culminaría con la inesperada derrota del sandinismo en las urnas ante Violeta Chamorro en 1990. "Las calles en todo el país quedaron desiertas y Managua parecía una ciudad fantasma", evoca Selser, que también presentará el libro en antiguas zonas de guerra en el interior del país.
"Tras el fin de la revolución, por la que murieron casi 50.000 nicaragüenses, muchos le pusimos una loza a ese pasado para no cargar, quizá, con el dolor de haber perdido un proyecto de vida", comenta a dpa.
"A la vuelta de los años, con un sandinismo muy sui géneris en el poder hoy en día, la historia oficial comienza a recontarse con omisiones y falsos protagonistas", analiza Selser. "Ojalá 'Banderas y harapos' pueda animar a esa generación a escribir sus propios y veraces relatos de aquella época histórica. Y a los jóvenes, que el conocer un trozo de su pasado los motive a leer más", anhela.
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