Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

miércoles, 28 de agosto de 2013

"EL CAMINO DE IDA": RENZI, TRAS PASOS DE PIGLIA Y "UNABOMBER EN EEUU

Ricardo Piglia incursiona en terreno conocido en su última novela, "El camino de Ida", desde donde arroja una cruda mirada sobre algunos rasgos de la sociedad estadounidense. El protagonista, su álter ego Emilio Renzi, llega como profesor a un campus en Estados Unidos, experiencia que el propio escritor argentino cultivó durante años en Princeton.

   "Empecé con la idea de Renzi en Estados Unidos. La idea de alguien parecido a mí, que no soy yo, que vive esa experiencia de ser un extranjero, no un inmigrante ni un exilado ni un turista, sino alguien que tiene un trabajo y que siente esa sensación rara de no pertenecer del todo, que crea como una distancia", relata el autor de "Plata quemada" y "La ciudad ausente" en diálogo con dpa.

   Piglia, uno de los grandes escritores argentinos contemporáneos, aprovechó algunas notas de su propio diario para "El camino de Ida", publicado este mes por Anagrama en Argentina. Su último libro -que saldrá hasta mediados de septiembre en otros países latinoamericanos y España- se inspira libremente en el caso del "Unabomber", quien mantuvo en vilo a las autoridades de Estados Unidos durante 17 años con el envío de sucesivas cartas bomba a partir de 1978. 

   Renzi viaja a una universidad de New Jersey para impartir un seminario, convocado por la reconocida académica Ida Brown. Inicia un romance con Ida, quien aparece muerta poco después. Mientras, el FBI investiga una serie de atentados contra figuras del mundo académico. 

   El protagonista realizará sus propias indagaciones y llegará a Thomas Munk, un prestigioso matemático émulo de Theodore Kacyznski, conocido como "Unabomber". Y es que Piglia admite que le gusta que en sus novelas "haya un personaje que esté un poco por encima de la experiencia común".

   El hecho de que el "Unabomber" se basara en la novela "El agente secreto" de Joseph Conrad "es real". "Creo que eso me hizo escribir la novela", remarca Piglia. "Yo estaba allá cuando sucedió, de modo que todo eso a lo largo del tiempo se fue sabiendo. El FBI vio que había alguna relación entre la novela de Conrad y lo que estaba haciendo este individuo, pero sólo lo descubrió cuando el hermano lo delató". 

   El también crítico literario y ensayista afirma respecto de su paso por los campus estadounidenses: "A mí me trataron con mucha amabilidad. Yo no hacía de escritor ahí, era un profesor que preparaba mis clases y daba mis cursos académicos. Entré ya tarde, cuando tenía más de 50 años, de modo que conmigo fueron muy benévolos".

   Por lo general en el ámbito académico "hay una violencia que a veces estalla de una manera visible y sino se manifiesta muchas veces con grandes distanciamientos de los colegas". "Es como un laboratorio, uno ve ahí funcionar un grupo de personas muy inteligentes en relaciones que no son muy distintas a las relaciones sociales", apunta Piglia. "Narrativamente son siempre situaciones muy atractivas".

   El ganador del Premio Rómulo Gallegos con su novela "Blanco nocturno" sostiene que en Estados Unidos "la gente que toma decisiones políticas muy extremas es considerada psicótica. Nunca nadie pregunta por las razones políticas por las cuales (Lee Harvey) Oswald mató a (John F.) Kennedy o por qué alguien de pronto se levanta una mañana, sube a una terraza y mata a sus compañeros de trabajo". 

   "Y yo creo que eso es porque no hay mediación política, entonces esos atentados tan locos son al mismo tiempo la concentración de la situación política, es como si un solo individuo concentrara lo que está implícito". Solamente se entiende que en Estados Unidos se repitan estas situaciones "porque no hay manera de negociar políticamente ni de avanzar, no hay movilizaciones políticas ni actividad política en el sentido que nosotros la entendemos".
   
   "No quiero ser injusto, es una sociedad muy democrática. Admiro mucho a la sociedad civil norteamericana. Incorpora muy bien las diferencias, hay una gran cultura norteamericana que nosotros siempre hemos admirado, hay grandes disidentes norteamericanos en toda la historia, pero el Estado norteamericano es muy fascista", considera Piglia, quien marcó un hito en la literatura argentina con "Respiración artificial" (1980).

   "Hay muchas novelas norteamericanas que son más críticas que la mía. Por ejemplo (Kurt) Vonnegut, o William Burroughs, (Norman) Mailer o (Thomas) Pynchon, o Don DeLillo que han escrito novelas extraordinarias sobre el mundo de Estados Unidos, el terror", analiza. Escribir "El camino de Ida" le llevó un año, "bastante rápido" para sus estándares, cuenta Piglia. "Básicamente porque había dejado de enseñar, entonces tenía todo el tiempo".

   Renzi acompaña desde hace muchísimos años a Piglia, nacido en 1940 en Adrogué, un suburbio de Buenos Aires. "Empezó sin que yo me diera cuenta, aparece ya en los cuentos de mi primer libro ("La invasión", 1967)". A veces ocupa un lugar lateral en su ficción, pero de todas maneras está presente. "Tengo ganas de escribir algo más con él. No sé si novelas, quizás dos novelas cortas. Espero que no se muera, mejor que esté vivo".

   Piglia, cuya obra ha sido traducida a numerosos idiomas, adelanta que tiene ganas de volcarse también a un libro de ensayos sobre cómo aparecen representados imaginariamente los escritores en las novelas. "Sería como una continuación en un sentido de 'El último lector', donde lo que hago es ver cómo aparecen imaginariamente los lectores en las novelas".

   Y especula con ironía: "Me parece que los escritores estamos desapareciendo, entonces sería bueno dejar un testimonio de cómo fueron vistos". "Veo que la figura del escritor tal cual era por lo menos en los años 60 no existe más. Los chicos son mucho más dinámicos. A veces son cineastas, también escriben, hacen performances. No sé si va a seguir esa figura tradicional".

   "Lo que creo que va a seguir es la lectura literaria, y va a haber textos escritos literariamente. Si los van a escribir máquinas o señores que hacen otras cosas no es tan importante".

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jueves, 15 de agosto de 2013

"CLASES DE LITERATURA": EL MAESTRO CORTÁZAR DICTA CÁTEDRA EN BERKELEY

Julio Cortázar aceptó en 1980 la oferta de enseñar en Berkeley, donde se divirtió dictando cátedra alejado de las formalidades del mundo académico y de las vetustas jerarquías entre profesor y alumno. "Clases de literatura", recientemente publicado en Argentina, recopila esa incursión del escritor argentino en las aulas universitarias.

   En la cima de su carrera y tras años de negativas, Cortázar finalmente impartió su curso sobre literatura en octubre y noviembre de ese año en Estados Unidos. Lecciones magistrales que engloban temas como el cuento fantástico y el realista, la musicalidad y el humor, lo lúdico y el erotismo. Y que también abordan la génesis y evolución de su propia obra, marcada en las últimas décadas por su fuerte compromiso con Latinoamérica.

   "Clases de literatura" (Alfaguara), a cargo del filólogo español Carles Álvarez Garriga -quien ya editó previamente junto con Aurora Bernárdez "Papeles inesperados" y los cinco tomos de las "Cartas" cortazarianas-, transcribe de manera minuciosa 13 horas de grabaciones. El libro llegará en septiembre a Uruguay y Chile, en octubre a España y en noviembre a México, Perú y Estados Unidos, poco antes de que 2014 marque un siglo del nacimiento de Cortázar en Bruselas y los 30 años de su muerte en París.

   "Cortázar logra una vez más que quien se acerque a él no se comporte pasivamente: ofrece, y consigue, la complicidad que es la clave de todo aprendizaje", sostiene Álvarez Garriga en el prólogo, donde también apunta que "el Cortázar oral es extraordinariamente cercano al Cortázar escrito". 

   Ya desde la primera clase, el ilustre profesor se sincera con sus estudiantes: "Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones".

   Un Cortázar en edad de balances considera que atravesó tres etapas como escritor: una estética, una metafísica y una histórica, las que no hay que entender de manera excesivamente compartimentada. "Al mismo tiempo que mi mundo estetizante me llevaba a la admiración por escritores como (Jorge Luis) Borges, sabía abrir los ojos al lenguaje popular, al lunfardo de la calle que circula en los cuentos y las novelas de Roberto Arlt", advierte sobre esa primera etapa.

   Su extenso relato "El perseguidor" funciona como una suerte de bisagra hacia la segunda: "En la gran soledad en que vivía en París de golpe fue como estar empezando a descubrir a mi prójimo en la figura de Johnny Carter, ese músico negro perseguido por la desgracia cuyos balbuceos, monólogos y tentativas inventaba a lo largo de ese cuento".

   Durante esta etapa metafísica, cada vez más deseoso de ahondar en la psicología de los personajes, surgen en el autor una serie de preguntas que se traducen principalmente en dos novelas: "Los premios" y "Rayuela". 

   Y la última fase se abre luego de su primera visita a Cuba en 1961 como jurado de la Casa de las Américas. "Me di cuenta de que ser un escritor latinoamericano significaba fundamentalmente que había que ser un latinoamericano escritor: había que invertir los términos y la condición de latinoamericano, con todo lo que comportaba de responsabilidad y deber, había que ponerla también en el trabajo literario".

   Lo lúdico en la literatura será un contenido infaltable a su paso por la Universidad de California en Berkeley. "El niño nunca ha muerto en mí y creo que en el fondo no muere en ningún poeta ni en ningún escritor. He conservado siempre una capacidad lúdica muy grande". Y explica: "Un escritor juega con las palabras pero juega en serio; juega en la medida en que tiene a su disposición las posibilidades interminables e infinitas de un idioma".

   Durante las ocho clases el autor de "Historias de cronopios y de famas" responde con dedicación a todas las preguntas y confiesa que le costó bastante entrar en el terreno del humor. "Un día, debía tener 18 o 20 años, de golpe empecé a leer por un lado literatura extranjera y por otro lado en lo que me rodeaba comencé a descubrir la presencia de un humor muy secreto, muy escondido pero de una eficacia extraordinaria en escritores como por ejemplo Macedonio Fernández".

   El humor en la literatura desacraliza y "está pasando continuamente la guadaña por debajo de todos los pedestales, de todas las pedanterías, de todas las palabras con muchas mayúsculas", realza el maestro, que ilustra sus conceptos con algunos de sus textos como "Instrucciones para subir una escalera" o "Grave problema argentino: querido amigo, estimado, o el nombre a secas".

   Cortázar revela que los sueños han sido uno de los motores de sus cuentos fantásticos. Y que si, de entre todos sus relatos, debiera elegir uno, probablemente optaría por "El perseguidor". "Un poco lo que el personaje de 'El perseguidor' busca en el cuento, yo lo estaba buscando también en la vida". Además compara al cuento con la noción de la esfera ("la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma") y a la novela, con el poliedro. "El cine sería la novela y la fotografía, el cuento".

   El autor de "Rayuela" define a su última clase como "una gran reunión de amigos en la que todavía durante una hora y media vamos a poder hablar sin demasiado método de algunas cosas que quizá se nos quedaron un poco colgadas en el camino" y se disculpa porque el encuentro será algo más corto. 

   "Como en las películas de James Bond, de aquí tenemos que saltar a un auto que nos lleva al aeropuerto de Oakland donde tenemos que saltar a un avión que nos lleva a Los Ángeles donde un amigo nos espera con un auto para llevarnos al barco que ya nos espera a bordo... Así es como viajan los cronopios". Y Cortázar agrega: "No tengo el sentimiento de irme; tengo la impresión de que el jueves que viene nos veremos de nuevo".

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miércoles, 7 de agosto de 2013

PIÑEIRO SUMA RECUERDOS Y SILENCIOS EN "UN COMUNISTA EN CALZONCILLOS"

La escritora argentina Claudia Piñeiro conjuga sus recuerdos de infancia y adolescencia con la historia reciente de su país a lo largo de su última novela, "Un comunista en calzoncillos", en la que "el silencio es fundamental".

   Durante los turbulentos meses previos y posteriores al golpe militar de 1976, una niña de clase media admira a su padre, un comunista convencido sin militancia partidaria. Una figura que a veces también la incomoda, porque debe lidiar con las contradicciones que surgen entre su ambiente familiar y su entorno social.

   El tema de su libro más autobiográfico "es el silencio", sostiene en diálogo con dpa la exitosa autora de las novelas "Las viudas de los jueves", "Tuya" y "Betibú". La protagonista debe callar lo que se habla dentro de su casa, ya que tiene conciencia de que los demás opinan distinto. Y su padre, cuando se enoja, castiga a los otros con el mutismo. 

   Piñeiro opina que el silencio constituye también la base de su "proceso creativo como escritora". "Yo creo que escribo justamente para encontrar las palabras para ese silencio que hubo en otro momento. Eso que no se pudo decir en algún momento, uno después lo llena de palabras para poderlo explicar. Y creo que mucho de la cuestión de por qué soy escritora tiene que ver con el silencio de ese momento".

   La novela ambientada en la localidad bonaerense de Burzaco -donde Piñeiro nació en 1960- "no es verdaderamente una autobiografía". "En muchos aspectos no hay una cosa de ceñirse a lo que realmente pasó, sino a lo que a mí me convenía en términos narrativos", revela la ganadora del Premio Clarín de Novela 2005 con "Las viudas de los jueves" y del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010 con "Las grietas de Jara".

   Tras su publicación en varios países latinoamericanos, España y Estados Unidos, la autora presentará hacia fines de año "Un comunista en calzoncillos" (Alfaguara) en la Feria Internacional del Libro de Miami y probablemente en la FIL de Guadalajara.

   La novela se articula en dos partes con referencias cruzadas. La primera, "Mi padre y la bandera", transcurre entre diciembre de 1975 y junio de 1976, meses en los que la protagonista transita primero las vacaciones de verano y luego sus días de colegio.

   Su padre, que también le reclamará una difícil prueba de lealtad, le revela algunas de sus humildes acciones de resistencia. "Hay pequeños actos que son los que te mantienen en un lugar un poco más digno", reflexiona la autora sobre esos días oscuros de la última dictadura militar en Argentina (1976-1983).

   La segunda parte, "Cajas chinas", reúne materiales heterogéneos como fotografías de su infancia, recortes periodísticos de la época y otros recuerdos y anécdotas familiares. 

   "Cada lector es libre de seguir el orden de lectura que elija", aclara Piñeiro al comienzo de la novela. Una suerte de homenaje a "Rayuela" de Julio Cortázar: "Esa cosa de la libertad por dónde se le entra a esta novela tiene que ver con ese camino". 

   El disparador del libro fue el pedido de un blog para que escribiera un texto sobre qué estaba haciendo el día del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976. "Buscando ese recuerdo apareció una imagen, y esa imagen trajo otra, y esa otra, etcétera, etcétera. Además había muchas cosas que cuando las recordaba estaban absolutamente presentes y vívidas, pero no tenía conciencia de que las recordaba hasta evocarlas para este proceso".

   Consultada sobre cómo lidió Argentina con su pasado reciente, analiza: "Me parece que es el proceso que se debió dar. En su momento enseguida que volvimos a la democracia tuvimos la suerte de que existiera un juicio por el cual se condenó a los represores y se los metió presos. Y (el dictador Jorge Rafael) Videla hace pocos meses murió en la cárcel, lo cual era lo que correspondía".

   Por su parte, volcarse a la escritura de "Un comunista en calzoncillos" obedeció "más a un deseo, una voluntad, que a una decisión en sí misma", afirma Piñeiro, asimismo dramaturga y guionista de televisión. "Era mi momento para poder meterme con eso". 

   Se trató en definitiva de "una evocación reparadora". "Porque uno cuando es adolescente tiene todas las contradicciones con los padres que corresponden tener en la adolescencia. Cuando ya sos un adulto, hay muchas de esas cosas que las mirás desde otro lugar, con otra perspectiva, con la circunstancia de uno también haber tenido hijos, y de alguna manera con más compasión, con más comprensión sobre determinadas cosas".

   Y Piñeiro traza su balance: "Cuando te metés con estos temas te da la sensación que ya contaste todo y ahora qué otra cosa vas a contar. Después eso desaparece, pero en el momento más o menos cercano a terminar la novela te sentís bastante desnudo".

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