Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

sábado, 10 de noviembre de 2018

ESPACIO BORGES REVELA AÑOS CRUCIALES DEL ESCRITOR EN BIBLIOTECA CANÉ


"Los años que he vivido en Europa son ilusorios, yo he estado siempre (y estaré) en Buenos Aires", escribió Jorge Luis Borges en "Fervor de Buenos Aires". Y la ciudad lo homenajea en estos días con la inauguración del Espacio Borges en el marco de la reapertura de la Biblioteca Miguel Cané, donde el autor argentino trabajó entre 1937 y 1946. 
La renovada biblioteca en el barrio porteño de Boedo ofrece ahora cinco salas que visibilizan distintas facetas del más universal de los escritores argentinos. Allí puede visitarse el pequeño cuarto que recrea el estudio donde se recluía a leer y trabajar en sus textos, así como las salas Borges autor y Borges lector, una línea de tiempo que recorre su biografía y un espacio audiovisual con diversas entrevistas.

La muestra permanente revela que la experiencia casi kafkiana de empleado municipal también tuvo su contracara fecunda. "No es exagerado decir que aquí, invisible, casi clandestinamente, nació ese Borges que cambió la literatura del siglo XX", apunta el curador de los textos Pablo Gianera.


El auxiliar primero contaba por entonces ya con varios libros publicados. Sin embargo, según rememoraba en su autobiografía, en el trabajo "los demás no se interesaban sino por las carreras de caballos, los partidos de fútbol y los chistes obscenos".
"Irónicamente, por ese entonces, yo era un escritor conocido, excepto en la biblioteca", se lamentaba. Pero con el paso del tiempo su perspectiva sobre esa etapa pareció ir cambiando, hasta llegar al reconocimiento de "una deuda de gratitud".
"Nueve años trabajó, mucho tiempo, como bibliotecario para la red de bibliotecas públicas. Fue el periodo del 37 al 46 donde él se termina de transformar en un escritor de ficción", destaca a dpa el coordinador general de la Dirección del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura, Ezequiel Mario Martínez.
Una de las joyas de la exposición es la recreación del espacio en el que Borges (1899-1986) solía recluirse por entonces, ambientado con silla, lámpara y escritorio antiguos, mientras se oye el rasgueo incansable de una estilográfica sobre el papel.
"Es un escritorio de época", comenta Martínez. "Quizás lo utilizó, no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que se refugiaba en el sótano y en este lugar a leer y a escribir. Él contaba que en una hora y media, dos, cerraba todo el trabajo que tenía que hacer y después el resto de las horas leía. Acá leyó a Vicente Fidel López, a Paul Groussac. Y 'La Divina Comedia', en el viaje de tranvía 7 que hacía todos los días, una hora de ida y una hora de vuelta".
En una vitrina del estudio puede verse la ficha municipal del cuentista, poeta y ensayista, con el número de legajo 57323. Allí detalla "sí" detrás de "lee y escribe", así como sus estudios secundarios ("bachiller") y los "idiomas que posee": castellano, inglés, alemán y francés.
La viuda de Borges María Kodama recordó durante la inauguración el jueves pasado que "Las ruinas circulares", que el autor escribió en esa biblioteca, llegó a sus manos cuando ella tenía unos diez años y la impactó. 
Además relató que en una entrevista que Victoria Ocampo le hizo a Borges, éste  confesaba que nunca pudo volver a escribir algo con la intensidad con la que escribió ese cuento durante una semana. "Esa intensidad es lo que le tocó, sin entender intelectualmente nada, a una chica de diez años", comentó Kodama, quien hizo un llamamiento a "leer y sentir".
En la sala Borges autor descollan bajo las vitrinas las primeras publicaciones en la revista "Sur" en 1939 de "Pierre Menard, autor del Quijote" y de "La Biblioteca Total", ensayo que originó "La Biblioteca de Babel". Ambos relatos, asimismo imaginados entre las paredes de la Cané, también integran su celebrado libro "Ficciones" (1944).
Igualmente se destacan del acervo de la red de bibliotecas primeras ediciones de "Historia universal de la infamia" (1935), "Seis problemas para don Isidro Parodi" (de H. Bustos Domecq, seudónimo de Borges y su amigo Adolfo Bioy Casares, 1942) y "El informe de Brodie" (1971).
Y en la sala Borges lector se despliegan obras que leyó en sus viajes en tranvía y en las instalaciones de la biblioteca, así como una breve constelación de libros que antologó, tradujo o reseñó. El autor de "El Aleph" opina por ejemplo sobre "La Divina Comedia" de Dante Alighieri: "es un libro que todos debemos leer. No hacerlo es privarnos del mejor don que la literatura puede darnos".
Años después de trabajar en el barrio de Boedo, el escritor quedó ciego en la década del 50. El gobierno militar que derrocó a Juan Domingo Perón lo nombró director de la Biblioteca Nacional en 1955, cargo que desempeñaría hasta 1973.
Los días de Borges en la Cané terminaron precisamente en 1946, con la llegada al poder del peronismo, al que siempre se opuso. Por entonces fue "ascendido" a la inspección de aves y conejos en los mercados públicos, según él mismo evocaba.
En las vitrinas del Espacio Borges pueden descubrirse también las palabras que el escritor pronunció con motivo de su renuncia, recuperadas por "Sur": "Nueve años concurrí a esa biblioteca, nueve años que serán en el recuerdo una sola tarde, una tarde monstruosa en cuyo decurso clasifiqué un número infinito de libros".
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miércoles, 7 de noviembre de 2018

HERNÁN CASCIARI; SOY UNA PERSONA COMÚN QUE ESCRIBE

"Soy una persona común que escribe", asegura el argentino Hernán Casciari. Y, hace ya un tiempo, el escritor disfruta narrando sobre diferentes escenarios sus historias, que suelen inspirarse en sus propias vivencias y las de su entorno.
"Toda la vida escribí y hace un par de años dejé de hacerlo y me dediqué casi de manera involuntaria a contar los cuentos que había escrito", dice en entrevista con dpa. "Es una especie de hobby que tengo en esta época, que de a poquito irá pasándole otra vez la posta a la escritura".
Sobre la génesis de su obra, que enhebra humor y drama, apunta: "Soy muy autorreferencial en todo lo que escribo. En la mayoría de los casos parto siempre de una verdad; después la maquillo un poco, a veces la exagero. Otras, me escondo detrás de personajes que no soy yo y me los apropio."
Casciari (Mercedes, 1971) reside desde 2016 en Buenos Aires, tras sufrir un infarto en Montevideo a fines del año anterior. Previamente vivió en Barcelona y ganó fama con sus blogs. "No podría contar nada a nadie si no existiera Internet", añade el escritor y periodista. 
Apostando por un proyecto propio, el autor de "Más respeto que soy tu madre" fundó Editorial Orsai, con la que publica sus libros y una revista homónima. "Es una maravilla no tener jefes ni dueños. Y no llevarte el 10 por ciento de tu obra, sino el 70. Es una maravilla de rentabilidad y de placer", subraya.
Casciari, quien presentó su unipersonal "Personajes secundarios" en el Festival Basado en Hechos Reales celebrado a principios de mes en Buenos Aires, adelanta que realizará próximamente lecturas de cuentos en Paraguay y Colombia. Además seguirá protagonizando diferentes espectáculos en Argentina -entre ellos, con el cantautor Zambayonny y con el tanguero Hernán "Cucuza" Castiello-.
dpa: ¿Cómo dio el salto de escribir a narrar sobre un escenario?
Casciari: Fue un poco casual. Inicialmente hubo como un paso intermedio que fue empezar a contar historias por radio, lo que me sugirió hace unos años (el conductor Mario) Pergolini. Le dije que no, que me parecía que iba a aburrir a la gente, y me insistió. Le mandé desde mi casa en Barcelona unos audios con algunos cuentos y, conforme se los iba mandando, me di cuenta de que editar un texto literario a su forma oral me empezaba a resultar muy divertido. 
Entonces empecé a hacerlo con muchas ganas. Y de ahí me invitaron a hacerlo en ferias del libro, en universidades, y me di cuenta de que la gente disfrutaba mucho en vivo y yo también. Comenzaba a encontrarle gestualidad a los textos, matices a la voz, y a descubrir que en todo eso había como adjetivos nuevos además de la palabra. Empecé a hacerlo con más fuerza en teatros y en auditorios y después de una forma un poco más profesional. 
dpa: ¿Le resulta catártico contar historias de su propia vida?
Casciari: En general siempre parto de una emoción, de una imagen que no logra asentarse con tranquilidad en mi memoria, está todo el tiempo como demasiado activa. Y a esa imagen la envuelvo alrededor de una historia y la entrego para ver si el otro la puede hacer propia e incluso si me puede ayudar a calmarla. Sobre todo con los dramas trabajo de esa manera.
Con la comedia es más una cuestión de compartir el humor. Pero con el drama trato de que se lo quede otro, de que a otro le dé vergüenza, de que otro llore. De que otro haga todas esas cosas que antes hacía en solitario con ese recuerdo.
dpa: ¿Alguna de las personas reales que aparecen reflejadas en sus textos se molestó alguna vez por eso?
Casciari: En general intento solamente utilizar personajes de mi familia, de mis amigos o de mi entorno que a priori sé que se van a sentir homenajeados y no traicionados con lo que cuento. Por ejemplo estuve en pareja 15 años con la que ahora es mi ex mujer, una chica catalana, y jamás he hablado de los que fueron mis suegros, y de hecho podría haber contado libros enteros al respecto. Yo sé que se hubieran sentido como intimidados al ser expuestos en la literatura, no lo hubieran entendido.
En cambio otros, familiares y amigos, siempre lo vivieron con mucho más ligereza y entonces con ellos me cebé y he contado muchas cosas. Por suerte no he tenido problema con ninguno, pero porque sé elegir a quién tocar y a quién no.
dpa: ¿Cuál es su balance del funcionamiento de editorial Orsai?
Casciari: Es una especie de hobby o de fórmula que tengo para la publicación de mis propios libros sin tener que entregárselos a la industria, sobre todo a las multinacionales, a las editoriales grandes, cosa que siempre me resultó muy desmoralizadora. Y además hacemos una revista con unos amigos que se llama "Orsai" y sale cada tres, cuatro meses, que también es un hobby más periodístico, más de edición (...) La editorial es una excusa para generar estas pequeñas aventuras del papel.
dpa: ¿Tiene nuevos proyectos entre manos?
Casciari: Estoy sacando un libro por año; seguramente saldrá uno en 2019. Va a salir una edición nueva de la revista a finales de diciembre. Y estoy preparando junto con un grupo de gente muy joven una versión móvil, digital, de contenido semanal de "Orsai". (...) Es una revista muy dinámica para toda Latinoamérica. 
HERNÁN CASCIARI (Mercedes, 1971) publicó las novelas "Más respeto que soy tu madre" y "El pibe que arruinaba las fotos", los libros de cuentos "España decí alpiste", "El nuevo paraíso de los tontos", "Charlas con mi hemisferio derecho", "Messi es un perro" y "El mejor infarto de mi vida" y los libros de historietas "Doce cuentos de verano" (junto a Horacio Altuna) y "Papelitos" (con Gustavo Sala). Ganó diversos premios como el Juan Rulfo (1998) y el de la Deutsche Welle al mejor blog del mundo (2005).

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jueves, 1 de noviembre de 2018

FABIO MORÁBITO: "TODO ESCRITOR TIENE QUE SABER HACER TRAMPA"



El escritor Fabio Morábito nació en Egipto de padres italianos, vivió su infancia en Milán y se mudó a México a los 15 años, donde adoptó el español para su obra literaria. Una vida trashumante que tiene correlato en su tránsito por la poesía y el cuento, pero también por la novela y el
ensayo.


Mientras en estos días se publica en México su segunda novela, "El lector a domicilio", que presentará durante la próxima Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Morábito está terminando un nuevo libro de poemas. En entrevista con dpa, el destacado poeta y cuentista no duda a la hora de definir los atributos de un buen narrador: "Cautiva sin querer cautivar, que es quizás la receta de oro".

El autor de volúmenes de relatos como "Grieta de fatiga" y "Madres y perros" o textos de género incierto como "También Berlín se olvida" apunta que en todos los cuentos "tiene que haber algo de trampa".

"Todo escritor tiene que saber hacer trampa", dice Morábito, cuya lengua materna es el italiano. "Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor", añade. 


El protagonista de "El lector a domicilio" (Sexto Piso) es un hombre joven, Eduardo, incapaz de involucrarse en los libros que lee y que apenas capta el sentido de las palabras que desfilan antes sus ojos. "Como ha cometido un delito menor, tiene que pagarlo con trabajo comunitario, visitando casas de gente enferma, jubilados, y leerles", adelanta Morábito, quien participó en octubre en el festival literario Filba Internacional en Buenos Aires.
dpa: Pensando en el personaje de Eduviges, supuesto mal narrador del cuento "The next stop" de "Madres y perros", ¿cuáles cree que deben ser las características de un buen narrador? 
Morábito: Sabe dosificar el suspenso y cautiva sin querer cautivar, que es quizás la receta de oro. De una manera casi displicente, dejar que la historia agarre su fuerza, libre de la autoridad del narrador. No mostrarse dueño de un tesoro, pero para que ese tesoro se muestre de una manera mucho más contundente, precisamente porque nadie se lo esperaba.

Hay algo de trampa en todos los cuentos, tiene que haber algo de trampa. Todo escritor tiene que saber hacer trampa. Si es demasiado buena persona para no hacer trampa, seguirá siendo buena persona nada más (se ríe). Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor. 
dpa: ¿El cuento sigue siendo un género relegado frente a la novela?
Morábito: El cuento tiene poca fortuna editorial y mucho respeto crítico, un poco avasallado por la novela. Es una lástima porque se escriben tantas malas novelas, es tan fácil escribir malas novelas y publicarlas. Y en cambio no es tan fácil escribir un mal libro de cuentos. Uno se da cuenta enseguida si un cuento vale la pena o no. A la novela le damos más posibilidades. Puede tener un comienzo demorado, un poco difuso, y después tenemos la esperanza de que va a agarrar su ritmo.
Leer un libro de cuentos es más difícil, nos exige más atención que una novela, cuyas aguas son más hospitalarias, porque corren más lentamente. Nos encariñamos con los personajes, nos familiarizamos. Por eso los bestseller tienen 600, 700 páginas. Lo que leen los gringos en las playas son librotes que uno diría 'qué trabajo arduo', pero no es tan arduo, porque uno entra en una especie de telenovela y ahí va navegando.
dpa: ¿Cuándo sabe que tiene entre manos algo para escribir en poesía o en prosa?
Morábito: No tengo ese problema, porque como escribo por temporadas, si escribo un libro de cuentos todo lo que se me ocurre lo pienso en términos de cuentos. Y al revés, cuando estoy escribiendo poesía me concentro en ella y todo lo que me pasa alrededor, cualquier estímulo, va para el lado de la poesía. 
Son dos facetas muy separadas, lo cual no significa que no encuentre cada vez más semejanza entre la poesía y el cuento. De hecho lo encuentro al cuento más semejante al poema que a la propia novela.  
dpa: ¿Y cuáles serían esas semejanzas?
Morábito: Por el lado de no saber adónde va la historia, como no sabes nunca adónde va el poema. Una novela de algún modo tienes que planteártela en términos un poco estratégicos, tienes que saber la historia aunque quizás no sepas el final. El grado de improvisación se da dentro de las distintas partes o capítulos, pero el armazón lo tienes que tener más o menos hecho para lanzarte a esta ardua empresa de escribir una novela. Un cuento, igual que un poema, a veces necesita nada más un mínimo estímulo, una imagen, una situación, una frase. 
dpa: ¿En qué género se siente más cómodo para escribir?
Morábito: Me gusta más escribir poesía, porque el cuento es muy problemático. Es tan difícil escribir un buen poema como un buen cuento, pero el cuento nunca termina, siempre puedes corregir una frase, quitar una palabra, mover una coma de lugar. (...) El cuento es una bestia peluda (se ríe), entonces prefiero escribir poemas.
FABIO MORÁBITO: Narrador, poeta, ensayista y traductor, nació en 1955 en Alejandría (Egipto) de padres italianos y vive en México. Es autor de los libros de poesía "Lotes baldíos", "De lunes todo el año", "Alguien de lava" y "Delante de un prado una vaca", los libros de cuentos "La lenta furia", "La vida ordenada", "Grieta de fatiga" y "Madres y perros" y la novela "Emilio, los chistes y la muerte". Asimismo publicó "También Berlín se olvida" y "El idioma materno". Tradujo del italiano a diversos autores como Eugenio Montale.
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