El escritor Fabio Morábito nació en Egipto de padres italianos, vivió su infancia en Milán y se mudó a México a los 15 años, donde adoptó el español para su obra literaria. Una vida trashumante que tiene correlato en su tránsito por la poesía y el cuento, pero también por la novela y el ensayo.
Mientras en estos días se publica en
México su segunda novela, "El lector a domicilio", que
presentará durante la próxima Feria Internacional del Libro (FIL) de
Guadalajara, Morábito está terminando un nuevo libro de
poemas. En entrevista con dpa, el destacado poeta y cuentista no duda a la
hora de definir los atributos de un buen narrador: "Cautiva sin
querer cautivar, que es quizás la receta de oro".
El autor de volúmenes de relatos como "Grieta de fatiga" y "Madres y perros" o textos de género incierto como "También Berlín se olvida" apunta que en todos los cuentos "tiene que haber algo de trampa".
"Todo escritor tiene que saber hacer trampa", dice Morábito, cuya lengua materna es el italiano. "Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor", añade.
El protagonista de "El lector a domicilio" (Sexto Piso) es un hombre joven, Eduardo, incapaz de involucrarse en los libros que lee y que apenas capta el sentido de las palabras que desfilan antes sus ojos. "Como ha cometido un delito menor, tiene que pagarlo con trabajo comunitario, visitando casas de gente enferma, jubilados, y leerles", adelanta Morábito, quien participó en octubre en el festival literario Filba Internacional en Buenos Aires.
El autor de volúmenes de relatos como "Grieta de fatiga" y "Madres y perros" o textos de género incierto como "También Berlín se olvida" apunta que en todos los cuentos "tiene que haber algo de trampa".
"Todo escritor tiene que saber hacer trampa", dice Morábito, cuya lengua materna es el italiano. "Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor", añade.
El protagonista de "El lector a domicilio" (Sexto Piso) es un hombre joven, Eduardo, incapaz de involucrarse en los libros que lee y que apenas capta el sentido de las palabras que desfilan antes sus ojos. "Como ha cometido un delito menor, tiene que pagarlo con trabajo comunitario, visitando casas de gente enferma, jubilados, y leerles", adelanta Morábito, quien participó en octubre en el festival literario Filba Internacional en Buenos Aires.
dpa: Pensando en el personaje de Eduviges, supuesto mal narrador del
cuento "The next stop" de "Madres y perros", ¿cuáles
cree que deben ser las características de un buen narrador?
Morábito: Sabe dosificar el suspenso
y cautiva sin querer cautivar, que es quizás la receta de oro. De una
manera casi displicente, dejar que la historia agarre su fuerza, libre de la
autoridad del narrador. No mostrarse dueño de un tesoro, pero para
que ese tesoro se muestre de una manera mucho más contundente, precisamente
porque nadie se lo esperaba.
Hay algo de trampa en todos los cuentos, tiene que haber algo de trampa. Todo escritor tiene que saber hacer trampa. Si es demasiado buena persona para no hacer trampa, seguirá siendo buena persona nada más (se ríe). Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor.
Hay algo de trampa en todos los cuentos, tiene que haber algo de trampa. Todo escritor tiene que saber hacer trampa. Si es demasiado buena persona para no hacer trampa, seguirá siendo buena persona nada más (se ríe). Una historia es un buen engaño. Toda historia tiene una cosa impredecible y el autor debe aprovechar eso a su favor.
dpa: ¿El cuento sigue siendo un género relegado frente a la novela?
Morábito: El cuento tiene poca fortuna
editorial y mucho respeto crítico, un poco avasallado por la
novela. Es una lástima porque se escriben tantas malas novelas, es tan
fácil escribir malas novelas y publicarlas. Y en cambio no es tan
fácil escribir un mal libro de cuentos. Uno se da cuenta enseguida si un
cuento vale la pena o no. A la novela le damos más posibilidades. Puede
tener un comienzo demorado, un poco difuso, y después tenemos la esperanza de
que va a agarrar su ritmo.
Leer un libro de cuentos es más difícil,
nos exige más atención que una novela, cuyas aguas son más
hospitalarias, porque corren más lentamente. Nos encariñamos con los
personajes, nos familiarizamos. Por eso los bestseller tienen 600, 700
páginas. Lo que leen los gringos en las playas son librotes que uno
diría 'qué trabajo arduo', pero no es tan arduo, porque uno entra en una
especie de telenovela y ahí va navegando.
dpa: ¿Cuándo sabe que tiene entre manos algo para escribir en poesía
o en prosa?
Morábito: No tengo ese problema, porque como
escribo por temporadas, si escribo un libro de cuentos todo lo que se
me ocurre lo pienso en términos de cuentos. Y al revés, cuando estoy
escribiendo poesía me concentro en ella y todo lo que me pasa alrededor,
cualquier estímulo, va para el lado de la poesía.
Son dos facetas muy separadas, lo cual no
significa que no encuentre cada vez más semejanza entre la poesía y el
cuento. De hecho lo encuentro al cuento más semejante al poema que a la
propia novela.
Morábito: Por el lado de no saber adónde va la
historia, como no sabes nunca adónde va el poema. Una novela de algún modo
tienes que planteártela en términos un poco estratégicos, tienes que saber la
historia aunque quizás no sepas el final. El grado de improvisación se da
dentro de las distintas partes o capítulos, pero el armazón lo tienes que tener
más o menos hecho para lanzarte a esta ardua empresa de escribir una
novela. Un cuento, igual que un poema, a veces necesita nada más un mínimo
estímulo, una imagen, una situación, una frase.
dpa: ¿En qué género se siente más cómodo para escribir?
Morábito: Me gusta más escribir poesía, porque
el cuento es muy problemático. Es tan difícil escribir un buen poema como
un buen cuento, pero el cuento nunca termina, siempre puedes corregir una
frase, quitar una palabra, mover una coma de lugar. (...) El cuento
es una bestia peluda (se ríe), entonces prefiero escribir poemas.
FABIO MORÁBITO: Narrador, poeta, ensayista
y traductor, nació en 1955 en Alejandría (Egipto) de padres italianos y
vive en México. Es autor de los libros de poesía "Lotes
baldíos", "De lunes todo el año", "Alguien de lava"
y "Delante de un prado una vaca", los libros de cuentos "La
lenta furia", "La vida ordenada", "Grieta de fatiga" y
"Madres y perros" y la novela "Emilio, los chistes y la
muerte". Asimismo publicó "También Berlín se olvida" y
"El idioma materno". Tradujo del italiano a diversos autores como
Eugenio Montale.
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