El escritor rumano Norman Manea, quien recibirá hoy el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances al inicio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, dijo a dpa que este galardón es "un gran honor y una importante confirmación de que la literatura aún puede ir más allá de las fronteras".
"Es especialmente emocionante para mí, porque soy un viejo admirador de los escritores latinoamericanos y de la originalidad e irradiación espiritual de su rica literatura", señaló en inglés el autor de "El regreso del húligan", quien fue deportado a un campo de concentración nazi durante su infancia y vivió luego los rigores de la Rumania comunista y el exilio.
El varias veces candidato al Nobel, de 80 años, obtendrá su reconocimiento durante la apertura este sábado de la Feria de Guadalajara, que celebra su trigésima edición hasta el 4 de diciembre, con América Latina como invitada de honor.
Manea, nacido el 19 de julio de 1936 en el seno de una familia judía en Suceava y que reside desde hace casi tres décadas en Estados Unidos, quedó fascinado por la obra de sus colegas argentinos Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato.
"Ambos grandes escritores encontraron en mí un inmediato y ardiente admirador. Con Sabato incluso tuvimos un intercambio de cartas amigables, muy importante para mi estado de ánimo en ese sombrío momento de la dictadura rumana", afirmó antes de recibir el galardón.
"Hace unos pocos años tuve finalmente el gran y largamente deseado placer de visitar su casa en Argentina y mantener una conversación con su viuda", añadió el primer rumano en ganar el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, dotado con 150.000 dólares y que se entrega como reconocimiento al conjunto de una obra.
Manea fue deportado a los cinco años con su familia al campo de concentración ucraniano de Transnistria y regresó cuatro años después a Rumania, en 1945.
Por entonces le regalaron para su cumpleaños un libro de leyendas populares rumanas y allí probablemente empezó para él "la enfermedad y la terapia de las palabras", escribe en su autobiografía novelada "El regreso del húligan". "Al iniciar de repente un diálogo con amigos invisibles, la literatura iba a salvarme de la mutilación que imponía la autoridad".
En su adolescencia vivió la ilusión de la utopía comunista, pero pronto tomó distancia. Más adelante se convertiría en un duro crítico del régimen, lo que le valdría la censura.
Manea publicó sus primeros textos en Rumania hacia finales de los 60 y no se volcó de lleno al oficio de la escritura hasta en 1974, tras haber ejercido como ingeniero.
¿Si no le hubieran tocado las experiencias dolorosas que marcaron su vida, habría elegido de todas maneras ser escritor? "Es difícil analizar algo que no ocurrió. Definitivamente habría sido otro tipo de escritor, sin Transnistria, Periprava (la cárcel donde estuvo su padre), el comunismo en Rumania y el exilio en Estados Unidos probablemente habría estado más cerca de (Marcel) Proust que de (Franz) Kafka".
A la pregunta de si se siente como un "húligan" en el sentido rumano de la palabra, aseveró que sí, "siguiendo la definición literaria del término de Mihail Sebastian, como un pensador y artista solitario, un observador solitario y un no miembro de una asociación político-ideológica de combatientes".
Otros títulos traducidos al español de su extensa obra son las novelas "La guarida" y "El sobre negro", los ensayos "Payasos: El dictador y el artista" y "La quinta imposibilidad. Judaísmo y escritura" y los relatos de "Felicidad obligatoria" y "El té de Proust. Cuentos reunidos".
El autor obtuvo en 1986 una beca para estudiar en Berlín Oeste, que le permitió abandonar la Rumania de Nicolae Ceausescu y residió un año en la ciudad alemana. Posteriormente se estableció en Nueva York, donde vive actualmente y ejerce como profesor en Bard College.
Interrogado sobre la crisis de los refugiados vista desde su experiencia, opinó: "Es un fenómeno social actual y doloroso, no necesariamente un 'honor' ser expulsado, como solía decir nuestro encantador nihilista Emil Cioran".
"Ser forzado a abandonar el domicilio, la tierra, el lenguaje y la familia y deambular también puede aportar algunos efectos positivos, pero hasta entonces el sufrimiento es enorme", aclaró.
Respecto de la discutida concesión del Premio Nobel de Literatura al cantante estadounidense Bob Dylan, Manea matizó: "Cualquier elección humana, incluyendo los premios, contiene en sí misma una relatividad. En este caso estamos frente a, creo yo, una reveladora marca de nuestro tiempo".
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario