Cortesía FIL Guadalajara/Nabil Quintero |
"Es un fenómeno incesante el de la literatura latinoamericana", sostiene el laureado narrador nicaragüense Sergio Ramírez, que considera que los autores del "boom" ya se han convertido en "escritores clásicos".
"'Rayuela' es un clásico, 'La casa verde' es un clásico, 'La muerte de Artemio Cruz', ya no se diga 'Cien años de soledad'", afirma a dpa Ramírez, en el marco de la trigésima edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que justamente tiene a América Latina como invitada de honor.
"Estas son referencias en el camino de una literatura que sigue cambiando, pero yo no diría que los escritores del 'boom' ejercen influencia literaria sobre los escritores nuevos. La literatura es una búsqueda constante de estilos y formas de escribir diferentes, y que es lo que los autores de los años 80 están haciendo ahora”, señala el autor de "Adiós muchachos" y "Margarita, está linda la mar".
Ramírez (Masatepe, 1942) afirma que dentro de cuatro o cinco años "vamos a tener ya una literatura del siglo XXI, escritores nacidos en el siglo XXI. Esto hace que el fenómeno del 'boom', como fenómeno editorial, comercial, gran éxito de la literatura latinoamericana en todas las lenguas, pues pase a tener el lugar que merece, pero en esta consideración de clásico que yo le doy".
El nicaragüense cree que hay una gran diversidad de autores "y se multiplica la calidad. Tenemos una generación nueva que va de Juan Villoro a Santiago Roncagliolo, a Juan Gabriel Vásquez, que son escritores que ya tienen un nombre hecho, que tienen un público, y hay otros muchos más jóvenes que se están abriendo paso", indica.
En el marco de la feria que se desarrolla en la ciudad mexicana hasta el 4 de diciembre, adelanta que el año que viene publicará un nuevo libro, secuela de la novela policial "El cielo llora por mí". Se llamará "Ya nadie llora por mí", y "es la historia siempre del inspector Dolores Morales, pero en la Managua de hoy día, en la Managua absolutamente contemporánea".
El ganador del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria y del Alfaguara, entre muchas otras distinciones, está convencido de que en el caso de América Latina "la identidad es la diversidad. Somos idénticos porque somos diversos y dependemos de una misma lengua, que es la base común de la identidad".
Cortesía FIL Guadalajara/Nabil Quintero |
Y Ramírez pone como ejemplo: "Puedo ser leído en el Río de la Plata igual que en San Antonio, Texas, habiendo nacido en Centroamérica. ¿Qué otra literatura tiene esa ventaja?"
"Si fuera húngaro o polaco tendría la frontera por cárcel, tendría que ser traducido a otros idiomas para poder ser conocido. Si mis libros alguna vez llegaran a ser prohibidos en Nicaragua, y simplemente estoy poniendo un ejemplo, pues seré leído en El Salvador, en Costa Rica, en Argentina o en Chile".
Cuando Milan Kundera fue prohibido en Checoslovaquia o Sándor Márai corrió la misma suerte en Hungría, "ahí murió su literatura, es como que le hubieran cortado la lengua. Porque no podían abandonar esas fronteras", sostiene.
Ramírez no se imagina vivir sin escribir. "Escribo porque es mi oficio, mi vocación, escribo porque necesito hacerlo, porque me gusta hacerlo, me gusta hasta el disgusto", confiesa el autor de una vasta obra que se despliega entre el cuento, la novela y el ensayo.
Ramírez no se imagina vivir sin escribir. "Escribo porque es mi oficio, mi vocación, escribo porque necesito hacerlo, porque me gusta hacerlo, me gusta hasta el disgusto", confiesa el autor de una vasta obra que se despliega entre el cuento, la novela y el ensayo.
Sin embargo, asegura que la tarea de la corrección le resulta muy engorrosa, incluso más que antes. "Uno corrige cada vez más. Escribir de corrido es cada vez más difícil, uno se fija más en las palabras, en las frases. Es un martirio la corrección, pero el martirio es parte del placer".
A la pregunta de qué opina de la actual situación política en su país tras los cuestionados comicios presidenciales en los que se impuso nuevamente Daniel Ortega a comienzos de mes, el ex vicepresidente de Nicaragua entre 1985 y 1990 no anda con rodeos: "Hay momentos difíciles, acaba de pasar una elección falsa, tenemos un gobierno que se va a prolongar con la misma persona por cinco años más, pero vendrán cambios necesariamente".
"En América Latina ya no hay posibilidad de vivir sin democracia. Si los regímenes dinásticos, de familia, eternos, son cosa ya obsoleta, del pasado, no pueden sobrevivir. En Nicaragua serán los propios nicaragüenses los que se encargarán de hacer los cambios pacíficos necesarios", analiza.
"Nicaragua es un país que sigue en manos de viejos, eso me parece también obsoleto, y ya las nuevas generaciones deberían estar hechas cargo del destino del país", agrega Ramírez.
Mientras tanto, se muestra entusiasmado con la actual edición de la FIL: "Es uno de los grandes acontecimientos culturales de la lengua. Ha crecido muchísimo, se ha multiplicado, y yo veo que ya es un espacio de referencia de la cultura latinoamericana. En estos 30 años haber declarado a América Latina como huésped de honor, pues le da una enorme relevancia. Aquí está prácticamente todo el mundo que escribe en el continente".
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