Cortesía Fabricio Atilano Ochoa |
"Las mujeres todavía en la literatura latinoamericana tienen un lugar muy menor, todavía no tienen un lugar", considera la escritora mexicana Elena Poniatowska, una de las protagonistas de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara con su reciente libro "Las indómitas".
Sobre su reconocimiento con el Premio Cervantes en 2013, que la convirtió en la cuarta mujer en obtener el galardón más prestigioso de las letras en español, sostiene en entrevista con dpa: "Te lo dan ya cuando te caes de vieja".
La descendiente de la realeza polaca, que nació en París en 1932, se trasladó durante su infancia a México, donde escribió sobre infinidad de mujeres. Y se lamenta de que en su país adoptivo "en el fondo la mujer nada más es la madrecita santa, sagrada, lo que tú quieras, una vez al año, el 10 de mayo (Día de la Madre), pero no se le toma en cuenta en nada".
"Ahora sí hay muchas mujeres en televisión, tenemos una mujer extraordinaria que es Carmen Aristegui, que ha pagado las consecuencias de ser extraordinaria", afirma la también periodista y defensora de causas sociales, de 84 años.
"Pero en general las mujeres siempre tienen un segundísimo o tercero o cuarto o quinto lugar", dice la escritora, cálida y atenta a cada detalle durante la entrevista.
Poniatowska se muestra convencida de que las generaciones siguientes de escritoras mexicanas transitarán un camino menos arduo, y destaca entre ellas a Cristina Rivera Garza y Guadalupe Nettel.
Con más de seis décadas de trayectoria, Poniatowska le dio vida en sus obras a Josefina Bórquez, a quien convirtió en Jesusa Palancares en "Hasta no verte Jesús mío", a la fotógrafa Tina Modotti ("Tinísima"), a Leonora Carrington ("Leonora") y Angelina Beloff ("Querido Diego, te abraza Quiela"), entre muchas otras.
"Las indómitas" es una recopilación de ensayos, en la que Poniatowska se sumerge en la vida de un heterogéneo abanico de mujeres. Entre ellas se cuentan Bórquez, las soldaderas de la Revolución y Nellie Campobello, Josefina Vicens y Rosario Castellanos, que se abrieron paso en una época literaria dominada por hombres.
Poniatowska escribió en su momento sobre Bórquez: "Nunca, ningún ser humano hizo tanto por otro como Jesusa por mí". Y hoy en día sigue ratificando su admiración "por su valentía, por su entereza, por su manera de encarar la vida todos los días. Por su manera de confrontar o enfrentar a los demás, por su sabiduría innata, enorme, como de la tierra, muy bonita".
Su relación con esta mujer humilde representó para ella un verdadero descubrimiento. "Porque yo provengo de un estrato social que no tenía mucho que ver con Jesusa, y entonces descubrí que la verdad está del lado de Jesusa y no de mi medio social".
La ganadora del Premio Alfaguara con "La piel del cielo" y del Rómulo Gallegos con "El tren pasa primero" reflexiona también: "Jesusa no sabía lo que es algo que a nosotros nos friega mucho, que es la autocompasión".
Poniatowska y García Márquez |
Poniatowska, quien compaginó su labor periodística con la literaria, confiesa: "Me siento más a gusto escribiendo libros en mi casa, porque es más fácil".
Y agrega con picardía: "Porque ser periodista es ser como tú, que tienes que llegar, que dónde está la dirección, que será un hígado el que voy a entrevistar, que me tratará bien".
A través de sus numerosas entrevistas, la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo (1979) en México cuenta que hizo numerosas amistades, por ejemplo con el cineasta español Luis Buñuel.
"Además yo hacía entrevistas cuando estaba súper chava (joven) y en México no había tanta costumbre de entrevistas, de irle a preguntar a alguien. Todo el mundo me recibía con cariño, con risa, a ver qué va a hacer ésta, a ver qué va a preguntar", dice.
A la pregunta de cuáles son sus libros más queridos, responde sin dudar: "Uno quiere al libro que uno está haciendo, porque si no, no lo hace. Pero el pasado muchas veces sí se te olvida un poco, se te borra. Se me borran bastante, salvo la Jesusa Palancares".
Cortesía FIL Guadalajara/Natalia Fregoso |
Y reflexiona sobre su carrera literaria: "A mí lo que me ayudó muchísimo, finalmente, aunque yo pensaba que era una enorme desventaja, es no haber nacido en México. Llegué a los diez años y muchas cosas que aquí les parecían muy naturales, pues me golpearon mucho”.
Cuenta que en Francia "era una niñita güerita (de tez blanca), de ojitos azules. Aquí era una niña como más de la calle, con más posibilidades de ir hacia los demás, y de ver que querían y que decían", recuerda.
Poniatowska participa casi desde sus principios de la FIL, donde presentó el miércoles "Las indómitas". Y manifiesta su sorpresa: "En un país donde hay tanto analfabetismo nadie imaginó jamás que esta feria crecería como ha crecido".
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