"Tengo la esperanza de que frente a tanta novela mediocre que se publica, no solo en México sino en todas partes, el lector y el editor se cansen y empiecen a apreciar más el cuento, donde es más difícil mentir, donde es más difícil ocultar la mediocridad", apunta el escritor Fabio Morábito.
El reconocido cuentista, poeta y ensayista, que cultiva un cuidado particular por el lenguaje, es uno de los integrantes de la delegación mexicana que por estos días participa en la 41 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se extiende hasta el 11 de mayo con Ciudad de México como invitada de honor.
Morábito -nacido en Alejandría y residente en México- dice a dpa: "El cuento te delata enseguida si eres un buen narrador. En la novela puedes jugar con la arquitectura, puedes jugar con los puntos de vista. En el cuento hay que ser eficaz".
Y recalca: "Espero que el cuento, que debería ser además el género más moderno y más idóneo a este mundo de carrera, de prisa, pues sea más valorado y por lo tanto los editores le hagan más caso".
Justamente recopilados por Morábito, se publicaron hace algunos meses en México "Cuentos populares mexicanos" (Fondo de Cultura Económica), que también llegarán por estos días a Argentina (FCE) y a mediados de junio a España (Siruela).
Morábito leyó las transcripciones de más de 1.200 historias de la tradición oral y seleccionó y reescribió 125 de ellas. En el volumen de unas 600 páginas están representadas 20 lenguas indígenas, además del español. Su labor tuvo "la intención puramente estética de recomponer las historias".
"Fue un trabajo de costura gruesa", expresa. O sea, "cambios fuertes cuando se necesitaban, pero siempre mirándose a sí mismo como un adaptador, como un traductor, no como un autor que utilice el cuento para lucirse artísticamente, sino siempre ponerse al servicio de la historia, tratar de conservar su espíritu".
El autor de los volúmenes de relatos "La lenta furia", "La vida ordenada" y "Grieta de fatiga" cree que, con el tiempo, la antología tendrá cada vez mayor difusión. "Es una literatura a la que siempre nos hace falta volver. Es como ir a los materiales puros de la narración, a las fuerzas más elementales del narrar".
Nacido en 1955 en Egipto de padres italianos, pasó su infancia en Milán y llegó a México con 15 años, donde adoptó el español para plasmar sus textos. Escribir en una lengua extranjera "agudiza tu sentido estilístico, tu sentido formal, porque tratas de una manera más objetiva la lengua que trabajas", analiza.
"El escritor en general extranjeriza el idioma. La literatura ya representa una primera artificiosidad de la lengua, una primera máscara, que lo convierte en otra cosa, de algún modo es como una lengua extranjera para los que lo usan literariamente. Si a eso se añade que además el que lo hace es un extranjero, se duplica esta sensación de lejanía, de artificio, de juego, de máscara".
Para Morábito, la impronta de un "escritor genuino" radica en "siempre ser el primer sorprendido frente a lo que escribes". Forma parte de la madurez de un autor aprender a "dejarse guiar más que imponer la propia voluntad".
"Cuando uno es joven más bien se caracteriza por lo contrario, por imponer el propio sentir, la propia voluntad. Conforme uno madura se da cuenta de que es el texto el que manda, el que ordena". Por eso prefiere "no estar demasiado seguro de lo que uno quiere escribir, no tener demasiadas ideas o no afanarse por manifestar ciertas ideas. Casi siempre eso mata al texto para mí, tanto en el cuento como en la poesía, cuando hay un apremio por expresar algo".
Recientemente Morábito publicó también "El idioma materno", surgido a partir de sus columnas para el suplemento "Ñ" del diario argentino "Clarín". "Desde el primer texto que escribí me di cuenta de que yo quería escribir un libro, de que ese primer texto me estaba dando toda la temática general de un libro posible escrito con ese formato”, explica. El volumen, un singular viaje en busca de sus raíces como escritor, reúne 84 textos breves.
Aunque tiene en su haber una novela, "Emilio, los chistes y la muerte", se considera "un cuentista que de pronto escribe cuentos largos que se parecen a novelas". "Me gusta una sola mirada, un solo aliento, aunque pueda pasar en 30 o 40 páginas pero como si fuera un solo disparo, esta intensidad que obliga al cuento a ir avanzando poco a poco, sin distraerse, cuando una novela en realidad puede volverse a hacer, se corrige a sí misma".
El traductor y autor de poemarios como "Lotes baldíos", "De lunes todo el año", "Alguien de lava" y "Delante de un prado una vaca" siente que "en el fondo el cuento está más cerca de la poesía, de la forma de escribir un poema, que de una novela, a pesar de que es un género narrativo y que está obviamente más emparentado con la novela".
"En el momento de escribir, al menos a mí me pasa, que escribo más cerca del poema. Igual que un poema no puede ser previsible, no sabemos nunca qué tanto se va a alargar, cuál será su último verso, no se puede predecir a partir de un verso cuál es el siguiente. Mucho de eso pasa en el cuento. En general en la novela hay un mayor control de su material", añade.
Morábito revela que nunca escribe al mismo tiempo prosa y poesía. "Descanso de un género escribiendo el otro".
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario