Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

martes, 20 de abril de 2010

MITOS LITERARIOS: POR MACONDO, COMALA Y LA MANCHA, DE PARÍS A BS AS

Buenos Aires (dpa) - Miguel de Cervantes Saavedra, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Juan Rulfo pueden jactarse de haber consagrado a través de sus páginas a La Mancha, Buenos Aires, París, Macondo y Comala como territorios míticos de la literatura, más allá de su existencia real o imaginaria en los mapas.

Cervantes inicia su obra con una de las frases más conocidas de la literatura universal: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…” Cuatro siglos después, cada pueblo manchego asegura estar vinculado con las célebres andanzas y peripecias del caballero de la triste figura y Sancho Panza, así como con el propio escritor español.

Hasta hoy sigue sin amainar la controversia para determinar los sitios por los que el hidalgo debió pasar en cada una de sus aventuras por campos y caminos de la región. Considerada como la primera novela moderna del español, ha dado lugar a un extenso recorrido, la “Ruta del Quijote”, de unos 2.500 kilómetros de extensión.

Y en lo que se refiere a territorios míticos contemporáneos, Macondo se constituye como el espacio literario más poderoso. Macondo es sinónimo de Gabriel García Márquez y el colombiano es sinónimo de Macondo.

Nombre de una finca bananera que el Premio Nobel vio desde un tren en su juventud y también de un árbol del trópico (lo que García Márquez supo recién más tarde), Macondo aparece en varias de sus novelas. Entre ellas, en la saga de los Buendía y obra paradigmática del realismo mágico, “Cien años de soledad”.

Para el mágico pueblo, Gabo se inspiró asimismo en su Aracataca natal, en la región bananera de Colombia. Y tal fue la trascendencia que tomó Macondo que incluso aspiró seriamente a ingresar en los mapas: hubo una propuesta para que Aracataca fuera rebautizada como Aracataca-Macondo, que finalmente no prosperó.

Entre los lugares míticos de la literatura latinoamericana también resuena con fuerza Comala, escenario de una de las novelas más importantes de la literatura en español, “Pedro Páramo”. Comala, ese universo personal que erigió Rulfo, es también un nombre real en la topografía mexicana, en el occidental estado de Colima.

“Posiblemente a Rulfo le gustó el nombre por razones eufónicas, por lo que Comala tiene de comal (disco que se utiliza para cocer tortillas de maíz o para tostar granos), de anafre (asador pequeño)”, considera su compatriota y colega Juan Villoro.

En el paisaje de ese pueblo desolado, caliente y lleno de voces de muertos puede sospecharse la presencia del estado de Jalisco, vecino de Colima y donde nació el enigmático escritor mexicano.

Y más allá de los espacios imaginarios de la literatura, las grandes ciudades también han sido fuente de inspiración para los escritores que las habitaron. Fue el caso de Cortázar con París, a la que convirtió en paisaje, entre otros, de su novela “Rayuela”.

La metrópoli a orillas del Sena es "una tarjeta postal con un dibujo de Klee al lado de un espejo sucio", sostiene Horacio Oliveira, personaje central de esta “antinovela” que pasea por la ciudad junto a la Maga.

“Caminar por París –y yo por eso califico a París como ciudad mítica- significa avanzar hacia mí”, sostenía el propio Cortázar, cautivado por los lugares mágicos y misteriosos de esta urbe, a la que consideró una “inmensa metáfora”. El “gran cronopio” tuvo allí varios lugares de residencia, y en el último de ellos, en la rue Martel, acaba de descubrirse una placa conmemorativa en su honor.

En tanto, su compatriota Borges sentía un amor "celoso" por Buenos Aires y eligió para su obra la ciudad de su niñez e incluso la anterior a su infancia. En su poesía de juventud, por ejemplo en “Fervor de Buenos Aires”, “Luna de enfrente” o en “Cuaderno San Martín”,  homenajea a la ciudad de casas bajas, con azoteas, patios y aljibes, a barrios como Palermo, Recoleta y Villa Ortúzar.

Sus magistrales cuentos muchas veces rondan el denominado Barrio Sur, que es el que mejor conserva la Buenos Aires de su infancia. Hay una presencia constante del arrabal, donde termina la ciudad y comienza el campo.

Pese a la intensa transformación de la geografía porteña, aún hoy es posible descubrir en algunos rincones la ciudad que Borges caminó y evocó con nostalgia.

En definitiva, luego de Comala, fue Macondo. Y muchísimo antes, el territorio de La Mancha. Estos tres escenarios ficcionales, gracias a García Márquez, Rulfo y Cervantes, se entronizaron como espacios míticos y eternos en la cartografía literaria. En tanto, Buenos Aires y París, urbes con vida propia fuera de la literatura, no se quedan atrás: ya nunca serán las mismas luego de que fueran reimaginadas por Borges y Cortázar.

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