BUENOS AIRES (dpa) - A Jorge Luis Borges y Buenos Aires los unió una relación apasionada, que llevó al ilustre escritor a transformar varios rincones de la ciudad en paisajes de su obra literaria.
"Quizá para extrañar, para querer a Buenos Aires, convenga estar lejos de ella", reflexionaba una de las figuras más prominentes de la letras del siglo XX en su vejez.
Borges redescubrió la capital argentina al regresar de Europa en 1921 y manifestó ese entusiasmo en su primer libro, "Fervor de Buenos Aires" (1923). Sus poesías son un canto a la urbe que amaba recorrer a pie y a la que muchas décadas después afirmaba haber visto "crecer y declinar".
Nació un 24 de agosto de 1899 en pleno corazón porteño, en Tucumán al 800. Poco queda de esa Buenos Aires que albergaba su solar natal, de modo que su obra se constituye en la memoria literaria de una ciudad que se desvanece en el tiempo.
En 1901, su familia se mudó a Palermo, por entonces un arrabal, en el que conoció las andanzas de compadritos y cuchilleros que luego habitarían sus ficciones. Un siglo después, el barrio se convirtió en sofisticado centro gastronómico y de diseño.
Vivió en la calle Serrano 2135, rebautizada Jorge Luis Borges en un tributo que el escritor no deseaba. La homenajeó en su poema "Fundación mítica de Buenos Aires", en el que también confiesa: "A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:/ La juzgo tan eterna como el agua y el aire". Asimismo evocó en sus versos de juventud otros barrios entonces periféricos como Villa Urquiza, Villa Ortúzar y Chacarita.
Borges, quien imaginaba que el paraíso sería algún tipo de biblioteca, trabajó como auxiliar entre 1937 y 1946 en la Biblioteca Municipal Miguel Cané, en Carlos Calvo al 4300. Su experiencia entre los anaqueles en el barrio de Boedo, hasta donde tenía un largo viaje en tranvía, lo inspiró para su relato "La biblioteca de Babel". Actualmente una habitación atesora allí mobiliario de la época, primeras ediciones de sus libros y una copia de su ficha municipal.
Luego, mientras avanzaba irremediablemente su ceguera, fue director de la Biblioteca Nacional entre 1955 y 1973, en el barrio de Montserrat, por entonces llamado Barrio Sur. Funcionaba en México al 500, en un edificio construido para ser sede de la lotería. Eso explica los bolilleros que adornan la escalinata central y que se afirma lo incitaron a escribir el cuento "La lotería en Babilonia".
También en el sur, en la calle Garay, transcurre uno de sus cuentos más famosos, "El Aleph", y en "El Zahir" Borges vuelve a esa zona porteña: "El alba suele sorprenderme en un banco de la plaza Garay".
¿Y cómo fue la despedida de Borges de su ciudad? El reconocido librero Alberto Casares fue testigo de su última tarde porteña en noviembre de 1985, antes de su partida hacia Europa. Evento que define como "un honor inmerecido, inmenso", que lo marcó para toda la vida.
Casares había organizado en su librería de Arenales y Callao la única exposición completa en vida del escritor de sus primeras ediciones. Tras algún rodeo, Borges finalmente asistió. "Yo lo vi muy bien, estaba muy jovial y participativo, muy locuaz, simpático y lúcido", rememora en diálogo con dpa. "Esa tarde nosotros sin saberlo lo estábamos despidiendo. Él sabía y nosotros no".
Borges también pudo despedirse allí de su amigo íntimo Adolfo Bioy Casares. "Estaban bastante alejados en ese momento, no se veían con frecuencia. Se los veía a los dos muy contentos y retomaron sus conversaciones, sus consultas", recuerda Casares desde su actual librería en Suipacha al 500, poblada de fotos de ese encuentro y de otras de Borges y Bioy.
"De alguna manera pienso que él quiso despedirse de Buenos Aires en una librería", evoca Casares, quien apunta también: "Borges entraba en la conversación con la gente con mucha llaneza, con mucha simpatía y generosidad. Era muy fácil hablar con él".
Pero antes, además del Borges poeta, Borges cuentista y Borges en su paraíso de bibliotecas, también brilló en Buenos Aires el Borges docente. En 1956 fue nombrado profesor de literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Lo recuerda claramente Isaías Lerner, alumno suyo hace más de medio siglo: "Borges era un notable expositor y un pensador original. Su reflexión sobre literatura era siempre de extraordinaria inteligencia y agudeza crítica. Por cierto, no era, no quería serlo, un investigador, de modo que su visión de la historia de la literatura era la de un creador. Esto hacía de sus clases una experiencia estética e intelectual sin paralelo".
Lerner, profesor distinguido del programa de doctorado en lenguas y literaturas hispanas y luso-brasileñas en el Centro de Estudios de Posgrado de la City University of New York, relata a dpa: "Sus clases eran más bien conferencias perfectamente estructuradas que no dejaban espacio ni tiempo para comentarios marginales".
Por entonces la facultad funcionaba en la calle Viamonte al 400, cerca de la casa natal de Borges y también del domicilio que más años habitó: un departamento en la calle Maipú 994, en el barrio de Retiro. Buenos Aires le tributa una de varias placas conmemorativas en la entrada de ese edificio, su última morada porteña. Enfrente, la librería La Ciudad, donde el ganador del Premio Cervantes solía pasar horas y horas, abre actualmente de modo esporádico.
En tanto, aunque sus restos no descansen en el cementerio de la Recoleta, ese barrio alberga actualmente la biblioteca del escritor en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, en la calle Anchorena al 1600.
La muerte le llegó el 14 de junio de 1986 en Ginebra. Sin embargo, Borges ya lo insinuaba en su poesía de juventud "Arrabal": "Esta ciudad que yo creí mi pasado/ es mi porvenir, mi presente;/ los años que he vivido en Europa son ilusorios,/ yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires".
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