Buenos Aires, 19 dic (dpa) - El esperado lanzamiento de la autobiografía de Gabriel García Márquez, con la que el escritor colombiano rompió un silencio editorial de seis años, se convirtió en uno de los grandes acontecimientos literarios del año.
"Vivir para contarla", el primer tomo de las memorias del maestro del realismo mágico, ofrece el compendio de sus años de infancia y juventud, en los que se fundaría el imaginario que dio lugar a sus relatos y novelas. "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla", explicó el Premio Nobel.
La autobiografía, que salió a la venta simultáneamente en Iberoamérica en octubre, agotó los 300.000 ejemplares de la primera edición de Mondadori en España en menos de dos semanas y el primer tiraje de 50.000 libros de Diana en una semana y media en México. Sudamericana, que edita el libro en Argentina, Chile y Uruguay, ya distribuyó 100.000 ejemplares.
En tanto, "Newsweek" eligió para su portada de mayo pasado a Alberto Fuguet y vaticinó el fin del realismo mágico, "del estilo literario que hizo que lo cotidiano pareciera maravilloso y llevó a la ficción latinoamericana a los estantes de todo el mundo".
Con el título "Latin Literature's New Look" (El nuevo look de la literatura latinoamericana), Fuguet es señalado como la voz de McOndo, movimiento literario integrado por escritores chilenos que opta por una narrativa más urbana.
El agente literario Guillermo Schavelzon -quien además de a Fuguet representa a numerosos autores como Mario Benedetti, Ernesto Sábato y Marcela Serrano- señaló desde España a dpa que, a partir de su experiencia, "se ha notado el crecimiento del interés de los países cultos y desarrollados por la literatura latinoamericana."
"Se están traduciendo y publicando cada vez más autores y libros, y los editores, los críticos y los lectores están interesándose cada vez más por conocer qué escribe la gente más joven (no más de 40 años) y darles espacio y dedicación. De estos, los más requeridos son Pablo de Santis, Alberto Fuguet, Federico Andahazi, Anna Kazumi Stahl, Leopoldo Brizuela y Jorge Franco", apuntó.
En tanto, en 2002 el Premio Nobel de Literatura le ha vuelto a ser esquivo a otros grandes exponentes del "boom" de la literatura latinoamericana, en particular a Carlos Fuentes y a Mario Vargas Llosa. El preciado galardón, otra vez lejos de latitudes latinoamericanas, quedó en manos del húngaro Imre Kertesz.
En el escenario de las más importantes distinciones de las letras hispanoamericanas, el Premio Cervantes distinguió al escritor y periodista español José Jiménez Lozano.
Mientras, el Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe 2002 recayó en el cubano Cintio Vitier, poeta, ensayista y estudioso del líder independentista José Martí, autor entre otros de "Vísperas", "Testimonios" y "Rajando la leña está".
Por su parte, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ("Un mundo para Julius", "La amigdalitis de Tarzán") se adueñó del premio mejor dotado de las letras hispanas, el Planeta, con su novela "El huerto de mi amada", una historia de amor ambientada en la Lima de su juventud.
Tomás Eloy Martínez, a quien "Santa Evita" convirtió en uno de los escritores argentinos de mayor reconocimiento internacional, se hizo acreedor del Premio Alfaguara con su novela "El vuelo de la reina", en la que el poderoso director de un diario de Buenos Aires se obsesiona por una periodista a la que dobla en edad.
Los galardones tampoco han estado exentos de controversias, como la que acompañó al Premio Nacional de Literatura 2002 en Chile, al que estaba nominada una de las novelistas latinoamericanas más leídas en el mundo: Isabel Allende.
"Es el único premio que tiene un sentido emocional para mí", había asegurado la autora, quien este año presentó "La ciudad de las bestias". Con la nominación reflotaron las críticas de aquellos que la creen lanzadora de best-sellers y no merecedora de la distinción, que recayó finalmente en Volodia Teitelboim.
En tanto, Paulo Coelho, el escritor brasileño más leído en el exterior y cuya obra hasta hace pocos años también era desdeñada en el ambiente intelectual de su país, pudo festejar en 2002 el ingreso en la Academia Brasileña de Letras. El autor de "El Alquimista" consideró que esta elección reflejó un Brasil cambiado, "despojándose de prejuicios".
En el mundo editorial latinoamericano, Schavelzon indicó que 2002 ha sido de un gran desconcierto, creado por la continua compra-venta de editoriales y la concentración de un altísimo porcentaje del mercado del libro en manos de muy pocos grupos internacionales.
"Como en estos grupos el sector libros es sólo una pequeña parte de su negocio total, y siendo éste un negocio financieramente pesado y de baja rentabilidad, eso ha llevado a la selección de obras de rápida rotación y éxito comercial asegurado, disminuyendo así la publicación de obras de mayor aportación cultural, que implican apuestas de riesgo", apuntó Schavelzon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario