"Empecé con la idea de Renzi en Estados Unidos. La idea de alguien parecido a mí, que no soy yo, que vive esa experiencia de ser un extranjero, no un inmigrante ni un exilado ni un turista, sino alguien que tiene un trabajo y que siente esa sensación rara de no pertenecer del todo, que crea como una distancia", relata el autor de "Plata quemada" y "La ciudad ausente" en diálogo con dpa.
Piglia, uno de los grandes escritores argentinos contemporáneos, aprovechó algunas notas de su propio diario para "El camino de Ida", publicado este mes por Anagrama en Argentina. Su último libro -que saldrá hasta mediados de septiembre en otros países latinoamericanos y España- se inspira libremente en el caso del "Unabomber", quien mantuvo en vilo a las autoridades de Estados Unidos durante 17 años con el envío de sucesivas cartas bomba a partir de 1978.
Renzi viaja a una universidad de New Jersey para impartir un seminario, convocado por la reconocida académica Ida Brown. Inicia un romance con Ida, quien aparece muerta poco después. Mientras, el FBI investiga una serie de atentados contra figuras del mundo académico.
El protagonista realizará sus propias indagaciones y llegará a Thomas Munk, un prestigioso matemático émulo de Theodore Kacyznski, conocido como "Unabomber". Y es que Piglia admite que le gusta que en sus novelas "haya un personaje que esté un poco por encima de la experiencia común".
El hecho de que el "Unabomber" se basara en la novela "El agente secreto" de Joseph Conrad "es real". "Creo que eso me hizo escribir la novela", remarca Piglia. "Yo estaba allá cuando sucedió, de modo que todo eso a lo largo del tiempo se fue sabiendo. El FBI vio que había alguna relación entre la novela de Conrad y lo que estaba haciendo este individuo, pero sólo lo descubrió cuando el hermano lo delató".
El también crítico literario y ensayista afirma respecto de su paso por los campus estadounidenses: "A mí me trataron con mucha amabilidad. Yo no hacía de escritor ahí, era un profesor que preparaba mis clases y daba mis cursos académicos. Entré ya tarde, cuando tenía más de 50 años, de modo que conmigo fueron muy benévolos".
Por lo general en el ámbito académico "hay una violencia que a veces estalla de una manera visible y sino se manifiesta muchas veces con grandes distanciamientos de los colegas". "Es como un laboratorio, uno ve ahí funcionar un grupo de personas muy inteligentes en relaciones que no son muy distintas a las relaciones sociales", apunta Piglia. "Narrativamente son siempre situaciones muy atractivas".
El ganador del Premio Rómulo Gallegos con su novela "Blanco nocturno" sostiene que en Estados Unidos "la gente que toma decisiones políticas muy extremas es considerada psicótica. Nunca nadie pregunta por las razones políticas por las cuales (Lee Harvey) Oswald mató a (John F.) Kennedy o por qué alguien de pronto se levanta una mañana, sube a una terraza y mata a sus compañeros de trabajo".
"Y yo creo que eso es porque no hay mediación política, entonces esos atentados tan locos son al mismo tiempo la concentración de la situación política, es como si un solo individuo concentrara lo que está implícito". Solamente se entiende que en Estados Unidos se repitan estas situaciones "porque no hay manera de negociar políticamente ni de avanzar, no hay movilizaciones políticas ni actividad política en el sentido que nosotros la entendemos".
"No quiero ser injusto, es una sociedad muy democrática. Admiro mucho a la sociedad civil norteamericana. Incorpora muy bien las diferencias, hay una gran cultura norteamericana que nosotros siempre hemos admirado, hay grandes disidentes norteamericanos en toda la historia, pero el Estado norteamericano es muy fascista", considera Piglia, quien marcó un hito en la literatura argentina con "Respiración artificial" (1980).
"Hay muchas novelas norteamericanas que son más críticas que la mía. Por ejemplo (Kurt) Vonnegut, o William Burroughs, (Norman) Mailer o (Thomas) Pynchon, o Don DeLillo que han escrito novelas extraordinarias sobre el mundo de Estados Unidos, el terror", analiza. Escribir "El camino de Ida" le llevó un año, "bastante rápido" para sus estándares, cuenta Piglia. "Básicamente porque había dejado de enseñar, entonces tenía todo el tiempo".
Renzi acompaña desde hace muchísimos años a Piglia, nacido en 1940 en Adrogué, un suburbio de Buenos Aires. "Empezó sin que yo me diera cuenta, aparece ya en los cuentos de mi primer libro ("La invasión", 1967)". A veces ocupa un lugar lateral en su ficción, pero de todas maneras está presente. "Tengo ganas de escribir algo más con él. No sé si novelas, quizás dos novelas cortas. Espero que no se muera, mejor que esté vivo".
Piglia, cuya obra ha sido traducida a numerosos idiomas, adelanta que tiene ganas de volcarse también a un libro de ensayos sobre cómo aparecen representados imaginariamente los escritores en las novelas. "Sería como una continuación en un sentido de 'El último lector', donde lo que hago es ver cómo aparecen imaginariamente los lectores en las novelas".
Y especula con ironía: "Me parece que los escritores estamos desapareciendo, entonces sería bueno dejar un testimonio de cómo fueron vistos". "Veo que la figura del escritor tal cual era por lo menos en los años 60 no existe más. Los chicos son mucho más dinámicos. A veces son cineastas, también escriben, hacen performances. No sé si va a seguir esa figura tradicional".
"Lo que creo que va a seguir es la lectura literaria, y va a haber textos escritos literariamente. Si los van a escribir máquinas o señores que hacen otras cosas no es tan importante".
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