Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
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También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

jueves, 9 de septiembre de 2010

MUJICA LAINEZ, EL ARISTÓCRATA DE LAS LETRAS QUE SIGUIÓ SU CAMINO

Buenos Aires, 9 sep (dpa) - Manuel Mujica Lainez fue uno de los grandes escritores argentinos del siglo XX, que logró cautivar tanto en la novela como en el cuento con un manejo exquisito del idioma.

Refinado cronista de la clase alta argentina en su apogeo y decadencia, vino al mundo hace un siglo, el 11 de septiembre de 1910, en el seno de una familia aristocrática porteña con notables precedentes literarios.

Le tocó pertenecer a una generación de escritores argentinos mayúsculos, como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar, y no dudó en seguir su propio camino. Manucho, como lo llamaban sus amigos, escribió más de veinte libros y fue traducido a más de quince idiomas.

El autor colombiano Fernando Vallejo ha sostenido sin medias tintas que Mujica Lainez "es el prosista más grande del idioma español". Novelista, cuentista, ensayista y poeta, educado durante su primera adolescencia en colegios de París y Londres, creyó inicialmente que su destino estaba ligado a la lengua francesa.

Sin embargo, contaba años más tarde que cuando volvió de Europa se dio cuenta "de que si quería ser escritor en mi lengua, yo, que escribía en francés muy bien, sin ningún problema, tenía que armarme de un idioma y me propuse leer a los clásicos españoles".

Comenzó con "El Quijote" y el primer resultado de ese contacto fue la serie de ensayos "Glosas castellanas", de 1936, el mismo año en que contrajo matrimonio con Ana María de Alvear, con quien tendría tres hijos.

Dos años después vio la luz su primera novela, "Don Galaz de Buenos Aires", que sería seguida por las biografías de su antepasado Miguel Cané (padre) en 1942, más las de Hilario Ascasubi ("Vida de Aniceto el Gallo", 1943) y de Estanislao del Campo ("Vida de Anastasio el Pollo", 1947). De la misma época es "Canto a Buenos Aires" (1943), su único libro en verso.

Posteriormente, dos colecciones de relatos marcaron su regreso a la ficción: "Aquí vivieron" (1949), en torno a una quinta del barrio de San Isidro, y "Misteriosa Buenos Aires" (1950), una destacada reconstrucción literaria de la historia de la ciudad. Esta se inicia con el cuento "El hambre" en 1536, fecha de la primera fundación de Buenos Aires, y termina con "El salón dorado" en 1904, donde refleja la decadencia de la clase alta.

Manucho volvió a profundizar en esta clase social en su famosa tetralogía integrada por "Los ídolos" (1953), "La casa" (1954), "Los viajeros" (1955) e "Invitados en El Paraíso" (1957), ciclo central de su obra donde también desplegó su pasión por objetos artísticos y decorativos.

En diálogo con Borges, Mujica Lainez sostuvo que "la ventaja, cuando hemos tratado los temas de Buenos Aires, es que estaba prácticamente todo por hacer. Si nosotros hubiéramos nacido en Londres o en París, habríamos encontrado todo hecho. Creo que Balzac y Dickens se habían ocupado bastante bien...".

No formó parte de grupos, corrientes ni generaciones literarias y sus gustos clásicos lo mantuvieron ajeno a las vanguardias. Entre la última novela de la "saga porteña" y su obra siguiente, con la que inició un nuevo ciclo, transcurrieron cinco años.

En su novela "Bomarzo" (1962) traza la biografía del duque Pier Franceso Orsini y sumerge al lector en un clima renacentista. El gobierno militar de Juan Carlos Onganía prohibió la puesta de la ópera homónima, con música de Alberto Ginastera.

Luego, el escritor rumbeó hacia otra etapa de la historia de Occidente: "El unicornio" (1965), que se sitúa en la Edad Media francesa.

La crítica literaria Cristina Piña ha sostenido que "ninguno de los autores que han afirmado rotundamente nuestra raigal relación con lo europeo -Borges, Sábato, Marechal, implícitamente Cortázar- ha adoptado una postura tan absolutamente cosmopolita y universalista como Mujica Lainez, ni ha entendido hasta tal punto lo nacional como continuación de lo europeo".

Posteriormente Mujica Lainez publicó "Crónicas reales" (1967) y "De milagros y de melancolías" (1968). Al año siguiente se instaló con su familia en Cruz Chica, provincia de Córdoba, en una casa bautizada "El paraíso".

Desde allí, el prolífico escritor retomó su ritmo de trabajo y se sucedieron obras como "El laberinto" (1974), "Sergio" (1976), "El Gran Teatro" (1979), "El escarabajo" (1982) y "Un novelista en el Museo del Prado" (1984).

"Tu versión de la patria, con sus fastos y sus brillos, /Entra en mi vaga sombra como si entrara el día", fueron los versos que le dedicó Borges, con quien compartía una visión idealizada de la Argentina.

Mujica Lainez trabajó como periodista en el diario "La Nación", donde fue crítico de arte durante muchos años, y también tradujo a Molière, Racine y Shakespeare, entre otros.

A lo largo de su vida ocupó diferentes puestos en el mundo de la cultura local: fue funcionario del Museo Nacional de Arte Decorativo, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores, miembro de la Academia Argentina de Letras y también de la Academia Nacional de Bellas Artes.

El escritor porteño falleció en Córdoba el 21 de abril de 1984, dejando como legado un universo literario que proyectó una mirada enriquecedora sobre los avatares del país, sus habitantes y sus mundos perdidos.

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