Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

sábado, 2 de octubre de 2010

ENTREVISTA/ORTEGA: BORGES Y CORTÁZAR CAMBIARON LUGAR DEL LECTOR EN LA LITERATURA

Buenos Aires, 2 oct (dpa) - El crítico literario peruano Julio Ortega considera que dos de los mayores escritores argentinos, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, "cambiaron el lugar del lector en la literatura", y sostiene que las letras argentinas se han visto marcadas por desapariciones diversas, configurando la alegoría de un "Desaparecedero".

En entrevista con dpa a su paso por Buenos Aires, Ortega -cuya obra recibió elogios del propio Cortázar, de José Lezama Lima y de Octavio Paz-, asegura que "Borges demostró que el lector es autor de lo que lee, y que somos lo que hemos leído porque estamos hechos por el lenguaje".

En tanto, Cortázar "encontró que nos leemos los unos a los otros en un mundo no siempre legible, a veces inexplicable y hasta asombroso. La inteligencia de leer es un juego preciso y azaroso. Pero la lectura es también espacio de la subjetividad, de los afectos y el diálogo".

Finalmente, los autores de "Ficciones" y "Rayuela" -dos de los íconos elegidos para representar a Argentina como país invitado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort del 6 al 10 de octubre- "son caras de la misma moneda: el juego y el diálogo se turnan entre ellos, y ambos nos son del todo necesarios".

"Celebrarlos en Fráncfort es sumar lo mejor de nosotros mismos", observa el eminente estudioso de la literatura latinoamericana y profesor del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Brown (Providence, Rhode Island) hace 20 años.

Su nuevo libro de ensayos, "La imaginación crítica" (Universidad Alberto Hurtado, Chile) fue presentado en Lima y Santiago este año, y en la Feria del Libro de Guadalajara se lanzará su próximo trabajo crítico, "El sujeto dialógico: negociaciones de la modernidad conflictiva" (FCE).

Ortega cree que las desapariciones que ha comprobado en la literatura argentina alegorizan lo que él denomina el "Desaparecedero". Un juego de palabras a partir de "El matadero" de Esteban Echeverría, considerado el primer cuento argentino, al que califica de "documento fundador de Argentina".

Y recuerda que cuando advirtió que en "esa acta del nacimiento moderno en la violencia" el nombre se trocaba en "Matadero", con mayúscula, constató que en su primera publicación en la "Revista del Río de la Plata" se consignan los dos nombres.

Pero fue imposible verificarlo con el manuscrito, desaparecido al igual que los archivos de Juan María Gutiérrez -quien diera a conocer el cuento-, las crónicas de Rubén Darío en "La Nación", el archivo de la revista literaria "Sur", diferentes volúmenes de la Biblioteca Nacional y hasta primeras ediciones de la biblioteca de Victoria Ocampo.

"Tanto como han desaparecido Enrique Molina, Néstor Sánchez, Roberto Juarroz y otros desatendidos. Estas desapariciones, así como las pérdidas de la casa familiar en los cuentos de Borges y Cortázar 'El Aleph' y 'Casa tomada', alegorizan la mecánica de la substracción de la memoria", apunta Ortega, quien participó como conferencista a fines de septiembre en el XVIII Festival Internacional de Poesía en Rosario.

Ortega destaca que en la tensión entre lo local y lo universal se ha gestado lo mejor de la literatura argentina, a la vez que muestra escepticismo ante el concepto de "literaturas nacionales". "Todavía la 'academia' afinca en lo nacional como parque temático. Impone, así, una descendencia melancólica, de lectores que se parecen demasiado a sus maestros, a los que no logran reemplazar".

Maestros como Borges y Cortázar, y también Héctor A. Murena, Tomás Eloy Martínez, Luisa Valenzuela, Juan José Saer, Ricardo Piglia y Néstor Perlongher. "Pero para las nuevas voces del relevo, ya no se trata de la deuda de los afectos nativos", indica. "Por eso buscan recomenzar echando a las palabras del templo, haciéndolas chillar".

Y entre quienes indagan en los huecos del "discurso nacional", Ortega ubica a Tamara Kamenszain, Matilde Sánchez y Jorge Aulicino, así como "varios más jóvenes, hartos del español que habla Maradona", otro de los íconos que Argentina seleccionó para Fráncfort, junto a Carlos Gardel, Ernesto "Che" Guevara y Eva Perón, en una decisión acompañada de polémicas.

Asimismo matiza que "lo bueno de la literatura argentina es que cada lector pone al día su canon; lo malo, que ello hace irrelevante la idea misma del canon; y lo feo, que el canon se convierta en el capital simbólico de un mercado cultural, académico y periodístico, que perpetúa autoridades, impide el relevo y practica la exclusión".

Entre las críticas que dirige a la institución de las letras argentinas, apostilla: "Es irónico que una literatura que ha contemplado, con éxito, su bello ombligo, no haya hecho su propia crítica. Y no advierta, por eso, el provincianismo de una melancolía que pregunta quejosamente por el sujeto". Por eso, propone un subcánon integrado entre otros por Silvina Ocampo, Arturo Carrera, Fogwill, Josefina Ludmer y Héctor Libertella.

Ortega, quien estudió a los autores latinoamericanos consagrados pero también sigue con gran atención a los talentos más jóvenes, que ha convocado en diversas antologías, foros y coloquios, señala: "Creo y apuesto con fe en las penúltimas promociones, y también en las renovadas literaturas de las regiones, más que en las nacionales".

"Los que empiezan tienen que expulsar al español del lenguaje para poder escribir en un español más libre. El español es el idioma que arrastra más peso tradicional, ideología ultramontana, autoritarismo jurásico, machismo, racismo, xenofobia... Batir el mercado, resistir la banalidad del éxito, restaurar el entusiasmo del riesgo y cruzar las fronteras es la lista de pendientes de esta nueva década", apunta.

Y Ortega concluye: "Confiemos que la crítica argentina adelante una política de reapariciones, capaz de retener lo que de otro modo seguirá desapareciendo".

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