Buenos Aires, 11 jun (dpa) - "Siempre digo que haber trabajado con Borges es un don que debo a la vida", considera Roberto Alifano, colaborador del escritor argentino durante más de una década, a quien describe como un "ser literario", pero también un "exquisito conversador".
Su experiencia junto a la genial figura de las letras -que que quedó ciego en la década del '50- le permitió conocer un Jorge Luis Borges muy diferente. "Hay mucha gente que cree que Borges era el intelectual subido a la torre de marfil, que todo lo contemplaba desde esa altura", explica a dpa desde España, donde se encuentra participando en diferentes actividades culturales.
Autor entre otras publicaciones de "Borges biografía verbal" y "El humor de Borges", Alifano manifiesta que intenta modificar esa opinión, al "mostrar el ser humano, el hombre lleno de gracia, de ironía, que se divertía con los demás y consigo mismo, ya que no se tomaba en serio y hacía bromas todo el tiempo".
Durante los años que compartió con el escritor, hasta que éste partió de Buenos Aires en 1985 para morir en Ginebra el 14 de junio del año siguiente, fueron muchísimas las anécdotas que quedaron grabadas en la memoria de Alifano, quien se define como el amanuense de Borges.
Por ejemplo, apunta, cuando llevó en 1980 a Mario Vargas Llosa a la casa de Borges en la calle Maipú, en el centro de Buenos Aires. El futuro Nobel de Literatura "se asombró mucho, porque esperaba encontrar un cómodo y suntuoso departamento".
"Cuando estábamos conversando empezó a llover. Era una fuerte tormenta y el departamento de Borges tenía goteras. Por lo tanto el pobre Vargas Llosa se empezó a mojar, porque estaba debajo de una. Yo le sugerí que se corriera, pero era tan interesante la conversación que Mario prefirió mojarse", recuerda divertido.
Alifano señala que trabajaba todas las mañanas con el autor de "Ficciones" en el departamento modesto, "apenas setenta metros". "Borges dormía en un cuarto muy pequeño que, en realidad, era la antecocina. Su cama era un catre de hierro. Y el sitio donde trabajábamos era la pieza de su madre, en donde se conservaba la cama, tal cual como cuando doña Leonor vivía".
Cuando llegaba, lo encontraba siempre de buen humor. "Risueño, jugueteando con alguna ocurrencia o algún episodio pasado que su prodigiosa memoria había recuperado". "Trabajar con Borges era una verdadera delicia; tenía la cortesía de hacerme participar de su creación literaria. Nunca le oí decir: 'Le voy a dictar tal o cual cosa', sino, 'qué le parece si escribimos'".
A la hora de escribir, define a Borges como "muy disciplinado". "Decía que si lograba escribir diez líneas por día ya se sentía justificado. Fue el enorme escritor que nos dejó una obra asombrosa y original, pero también el gran comentarista y el enorme lector, quizá el más grande de la historia de la literatura", analiza el autor nacido en General Pinto, provincia de Buenos Aires, en 1943.
Asimismo destaca su calidad humana, como "un caballero respetuoso y respetable, un excelente ser humano. Le encantaba estar rodeado de gente, un hombre de diálogo, curioso por conocer más de todo, porque le interesaba todo, y de escuchar opiniones aún diversas a las suyas. Un exquisito conversador; yo diría que uno de los primeros que ha dado la Argentina".
"Por eso sus conferencias y conversaciones atraían tanto público", indica Alifano. Y "si bien era un ser literario, podía hablar de todo. Eso sí, siempre lo relacionaba a la literatura. Era raro que sus comparaciones no fueran literarias; nunca faltaba un escritor o un hecho de novela o de cuento para ejemplificar su palabra", expresa.
Alifano se cruzó por primera vez con Borges a principios de los años sesenta, en la librería "El Ateneo". Y en 1974, cuando trabajaba como periodista de la revista "Siete Días", le hizo una entrevista. "Una vez concluida, él me propuso dictarme un poema. Fui al día siguiente para corregirlo y, a partir de ese día, empecé a ser su colaborador, o su amanuense, como me gusta decir", relata el director de la revista literaria "Proa", que Borges fundara en 1922.
También recalca que el autor de "Ficciones" era un hombre generoso y desinteresado. "La fama le llegó sin haberla buscado nunca; él tenía prestigio, que es algo distinto. Famoso puede ser cualquiera, prestigioso no. Esa fama no le agradaba debido a que le restaba privacidad. Decía que le hubiera gustado ser el hombre invisible de (Herbert George) Wells".
Borges gozó de casi todo el reconocimiento en vida, a excepción del Nobel. "Pero eso no habla bien del premio, ya que se le negó al escritor más grande y reconocido del siglo XX", dice Alifano. Y evoca con nostalgia: "La última vez que trabajé con él fue día de su partida de Buenos Aires para ya no regresar".
"La muerte de Borges nos dejó inmensamente solos a quienes lo queríamos y admirábamos su obra. Borges fue un ser excepcional desde todo punto de vista. A mí me consuela releer su literatura, en especial su poesía, donde se revela el enorme artista que fue. La muerte de los grandes deja siempre un enorme vacío", concluye.
Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.
También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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