El escritor argentino Federico Jeanmaire, quien vuelve al territorio de la novela con "Tacos altos", protagonizada por una adolescente de origen chino criada en Argentina, asegura que "la identidad es el gran tema del siglo XXI".
"En este momento del mundo hay muchísimas necesidades de que la gente se mueva. Ese movimiento por ahí no es querido ni deseado, sino que es simplemente salvarse de algo, buscar trabajo... eso te ubica en un lugar bastante extraño, en el cual todo lo automático que tenés de la cultura de nacimiento en algún punto se pone en duda, y también se pone en duda lo automático de la cultura que te va a recibir", dice a dpa.
El libro -recientemente publicado por Anagrama en Argentina, Chile, Colombia, Uruguay y España- está surcado por preguntas e incertidumbres vinculadas con la identidad cruzada y también por el tránsito de la protagonista de niña a mujer, hasta calzarse los tacos (tacones) altos a los que hace referencia el título.
Jeanmaire afirma que la novela surgió de su gran interés por la cultura china y también por los inmigrantes chinos en Argentina. "Tengo buena relación con ellos desde siempre. Yo trabajo en una biblioteca a la noche y siempre hubo muchos chinos".
El especialista en "El Quijote" y autor de numerosas novelas con las que ganó algunos de los principales premios literarios de Argentina, como el Emecé 2008 ("Vida interior") y el Clarín 2009 ("Más liviano que el aire"), cuenta que destinó el dinero de este último galardón a viajar por China con su hijo.
"Supongo que lo que te llama siempre más la atención de las culturas es lo que no comprendés, lo que imaginás. Los chinos son algo desconocido, al menos para mí, y lo desconocido siempre te atrae. Cuando volví de ese viaje sabía que en algún momento iba a escribir una novela china", apunta Jeanmaire (Baradero, 1957).
En diciembre de 2013 hubo un intento de saqueo en el suburbio bonaerense de Glew y murió incendiado el dueño chino de un supermercado. "O bien no pudo o no quiso salir, porque estaba atrincherado y no quería entregar nada. Fue una noticia que salió muy pequeñita en dos diarios digitales y me interesó mucho el hecho", expresa.
"Me pareció algo muy lindo para empezar a pensar una novela, qué hay en la cabeza de un chino en Glew", señala. Sin embargo, con el correr de la escritura, ganó protagonismo la hija de este personaje. La novela se divide en dos partes, Suzhou y Glew, escenarios respectivos de la trama en China y Argentina. Jeanmaire cuenta entre risas que no conoce el suburbio en la provincia de Buenos Aires, pero sí la lejana Suzhou.
Suzhou, uno de los escenarios de la novela |
Al autor de "Mitre" y "Montevideo" le atrae especialmente enfocarse en el problema de la lengua. "Primero porque trabajo con la lengua, soy escritor, y segundo porque la lengua es como el gran recipiente de la identidad. Entonces una novela sobre la identidad cruzada por una lengua así, artificial y rara, está bien".
Y es que, a sus 15 años, la joven de "Tacos altos" escribe para no olvidar el castellano, y lo hace en presente por su dificultad para manejar los tiempos verbales. "Sobre todo al principio uno no sabe cuándo es que pasa cada cosa. La lengua china cuenta con esa particularidad, que no tiene tiempos verbales, solamente avisa con palabras muy específicas. Y en castellano quedaba muy atractivo", considera.
Glew, donde vivió la protagonista de la novela. |
Asimismo sostiene que no le gustan "los libros que proponen lecturas unívocas". Por eso se muestra a favor de, "para decirlo en términos brutales, la literatura propositivamente ambigua. Supongo que eso me viene del Quijote", señala.
"Me parece que eso es lo peor de la literatura del siglo XX, lecturas muy fáciles, donde uno no puede sino estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que está leyendo, pero no le queda ninguna posibilidad de trabajar el texto, de ser parte del hecho literario", agrega.
Autor de "Miguel", biografía ficticia de Cervantes con la que fue finalista del Premio Herralde, y del ensayo "Una lectura del Quijote", Jeanmaire considera que la célebre novela tiene para él una importancia "absoluta". "Hace 30 y pico de años que lo leo, y de hecho doy cursos del Quijote para volver a leerlo. Aprendí de eso, entonces está muy marcado en mi estética".
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