Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

lunes, 9 de febrero de 2009

ENTREVISTA / GOLOBOFF: CORTÁZAR VALORABA BÚSQUEDA DE NUEVOS HORIZONTES LITERARIOS

Buenos Aires, 9 feb (dpa) - Julio Cortázar "valoraba mucho el uso del lenguaje, las formas, la búsqueda de nuevos horizontes literarios. Decía que América Latina necesitaba, más que los literatos de la revolución, los revolucionarios de la literatura", afirmó su biógrafo Mario Goloboff, quien conoció al autor de "Rayuela" durante el exilio de ambos en Francia.

"Escribía permanentemente, todo y de todo, distintas cosas, inclusive cartas, largas y muy ricas. Era un 'grafómano'", señaló en entrevista con dpa el escritor y ensayista argentino, que publicó hace algunos años "Julio Cortázar. La biografía".

"Conocía casi todo lo escrito, aquí y en el mundo, porque era un lector voraz y muy perspicaz. No hay que olvidar que había enseñado, en la Universidad de Cuyo, literatura inglesa y francesa, y conocía especialmente a los poetas", contó Goloboff, que trató por primera vez a Cortázar hacia 1978, cuando lo invitó a una "Semana Latinoamericana" en la Universidad de Toulouse, donde él enseñaba.

El biógrafo recordó a Cortázar (1914-1984), de cuya muerte en París se cumplen 25 años el 12 de febrero, como "una persona discreta, fina, retraída".

"Durante aquellos años nos vimos varias veces, pero siempre hablábamos de la situación de los países de América Latina, de la Argentina, en general, casi nunca de literatura", relató el autor de novelas como "Criador de palomas" y "La luna que cae" y que también publicó ensayos sobre Roberto Arlt y Jorge Luis Borges.

dpa: ¿Cuánto y cómo influye la emigración y el posterior compromiso político de Cortázar en su literatura?

Goloboff: Me parece que, en su literatura, la emigración influye mucho más que el compromiso político, porque (respecto de este último) desde siempre la realidad estuvo presente en su obra fantástica. En cambio, la Francia de los 50 y 60 fue determinante para sus cambios en la visión del mundo, y seguramente para sus temas o asuntos y, a la postre, para sus concepciones literarias, porque, claro, un escritor es un todo de escritor y de hombre, y las partículas están imbricadas.

dpa: ¿Cómo vivía la distancia de la Argentina, tenía sensaciones ambiguas al respecto, qué extrañaba?

Goloboff: Tenía, como todo emigrante, sensaciones ambiguas. Pero él quiso, desde la adolescencia, vivir en París, y le gustaba vivir allí, pasear por sus calles, que conocía como pocos, ir a sus cines y exposiciones, andar y vagar.

Al mismo tiempo, extrañaba la vida de Buenos Aires, sus barrios, sus calles, sus cafés. Todo ello está reflejado en su obra, en la que aparecen aquí y allá la marca de cigarrillos "Particulares", el dulce de leche "La Martona", los boxeadores de sus cuentos y el Luna Park, el Bar London, donde comienza su novela "Los premios". Lo dice en "Rayuela": "En París todo le era Buenos Aires y viceversa; en lo más ahincado del amor padecía y acataba la pérdida y el olvido" (Capítulo 3).

dpa: ¿Cuáles son a su criterio los momentos y las obras de inflexión en la literatura de Cortázar?

Goloboff: Creo que los más grandes momentos, de transformaciones, de cambios, pasan por su primer libro de cuentos, "Bestiario", por su novela "Rayuela", por su novela "62 Modelo para armar" y por algunos textos en especial, como "Diario para un cuento" o, antes, por la nouvelle "El perseguidor".

dpa: ¿Cuántas similitudes hay entre su vida y su obra?

Goloboff: Conozco mejor su obra, por haberla enseñado siempre, que (a pesar de ser su biográfo) su vida, porque esta última, no sólo en un escritor, suele tener zonas inextricables, que la literatura puede llegar a tener también, pero están ahí, son analizables, interpretables. Los silencios de un hombre, en cambio, no. Sin embargo, en un aspecto, que es el político, donde él tanto se comprometió, se reía un poco del compromiso literario y de todas las consignas ingenuas sobre el denunciar y el testimoniar.

dpa: ¿Cómo describiría el proceso por el cual Cortázar logra que la realidad abra paso a lo fantástico?

Goloboff: Es particularmente interesante, porque es aquí donde se aloja una de las mayores innovaciones que él produce en la literatura, al introducir, nada menos que en el relato fantástico, la realidad, sin que aquél deje de ser por ello un relato fantástico.

De acuerdo con su teoría, según la cual no estamos acostumbrados a ver lo fantástico porque nuestra mirada fue educada por el racionalismo, para ver la realidad en bruto y no aquello que se aloja en "los intersticios" de la realidad, él presenta en sus cuentos un ambiente doméstico, natural, cotidiano, trivial, y lo fantástico va saliendo, de a poco, subrepticiamente, hasta ocuparlo todo y meterse en nuestras cabezas ("Cartas de mamá": no hay nada más "familiar", "La autopista del sur": una madriguera a cielo abierto, "Casa tomada": los ruidos del fondo, que terminan ocupándola, etc.).

dpa: ¿Qué aspectos de la literatura le daban más satisfacciones a Cortázar y cuáles más disgustos?

Goloboff: La elaboración de sus textos y, como a todo buen escritor, la corrección de los mismos. En cuanto a sus disgustos: las malas lecturas, las malas interpretaciones, las críticas antiguas o aviesas.

dpa: ¿Qué le hubiese faltado a la literatura sin Cortázar?

Goloboff: Muchas cosas: un uso menos solemne del lenguaje, menos acartonado; las grandes modificaciones, poco menos que estructurales, que introdujo en el cuento fantástico, y, en el gran movimiento de la narrativa, que se venía insinuando desde antes pero que ruidosamente estalló en los sesenta (con sus alteraciones, tanto en el horizonte anecdótico como en las técnicas para contar y para organizar los elementos narrativos). Sin "Rayuela" habrían faltado acentos de lo fundamental: el papel del espacio y el de la figura, nuevos ritmos de escritura y también de lectura; el sacudimiento del lector, la subversión de las costumbres de consumo, la problematización del hecho de narrar y de leer.

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