Osvaldo Soriano, uno de los más célebres narradores argentinos del siglo XX, moría hace 15 años en Buenos Aires. "Un grande, como (Roberto) Arlt y como (Julio) Cortázar, que fundó su propio lenguaje y su propio reino de imaginación", lo definió el escritor Tomás Eloy Martínez.
La realidad social, la historia política y sus propias vivencias circulan a menudo por su obra, que se despliega en ficciones literarias y columnas periodísticas. Pero un cáncer de pulmón le ganó la batalla el 29 de enero de 1997, con solamente 54 años.
Noctámbulo y apasionado por el fútbol y los gatos, publicó siete novelas con gran éxito de ventas, aunque la crítica académica local le fuera esquiva.
Con gran fama fuera de su país, "se fue, como corresponde a un argentino cabal, sin haber recibido nunca ninguno de los numerosos premios oficiales o institucionales que este país concede a otros con menos obra, menos talento y menos grandeza creadora", escribió Eloy Martínez en el diario "Página/12" al día siguiente de la muerte de Soriano.
Nació un 6 de enero de 1943 en Mar del Plata, hijo de un catalán inspector de Obras Sanitarias (empresa del servicio de agua potable) y una tandilense. Por el trabajo de su padre, pasó una infancia errante por pueblos del interior del país, hasta recalar en Tandil, provincia de Buenos Aires.
Ese nomadismo y desarraigo le aportarían una galería de entrañables personajes, entre ellos los perdedores. "Acaso cometo el error de vestir a los perdedores con el ropaje de los sueños", admitió alguna vez.
Tras pasar por varios empleos, a los 26 años Soriano se trasladó a Buenos Aires para integrarse a la revista "Primera Plana", en el inicio de un largo trajín por las redacciones porteñas. Trabajó en "La Opinión" de Jacobo Timerman y luego fue corresponsal del diario comunista italiano "Il Manifesto". Además cofundó el innovador "Página/12", donde publicaba sus columnas en contratapa.
"El Gordo", como lo llamaban sus amigos, nunca terminó el ciclo secundario y ganó sus primeros pesos jugando al fútbol, aunque una lesión truncó pronto su carrera. Ya de muy joven comenzó a escribir sus cuentos –algunos de ellos serían sobre la pasión por la redonda- y devino en cronista deportivo agudo y entusiasta.
Publicó su primera y original novela "Triste, solitario y final" en 1973. Protagonizada entre otros por Stan Laurel, Philip Marlowe y un Soriano de ficción, gozó de muy buena recepción y fue traducida a una docena de idiomas.
Sus ideas de izquierda lo forzaron al exilio durante la dictadura militar (1976-1983), primero en Bruselas -donde conoció a su esposa Catherine- y luego en París. "En esos años vergonzosos se impusieron los valores del éxito a cualquier costo por sobre la idea de felicidad compartida", advertía Soriano.
Por entonces se editó "No habrá más penas ni olvido" (1978), sobre el crudo enfrentamiento al interior del peronismo, y "Cuarteles de invierno" (1980), historia que une a un cantor de tangos y un boxeador y fue elegida en 1981 la mejor novela extranjera del año en Italia.
En las páginas de "No habrá más penas ni olvido", uno de sus personajes pronuncia la ya célebre frase: "Si yo nunca me metí en política, siempre fui peronista". El propio escritor relataba que hasta los 13 años adhirió al movimiento encabezado por Juan Domingo Perón.
"Sus libros no se parecen a lo que se llama literatura política, pero retrató al peronismo de los 70 como nadie en las letras del país, con un militante a cada lado de la escopeta", lo elogió el periodista Horacio Verbitsky.
“No habrá más penas ni olvido”, llevada a la pantalla grande por Héctor Olivera, conquistó el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín. Asimismo "Cuarteles de invierno" y "Una sombra ya pronto serás" tuvieron versiones cinematográficas.
Con el advenimiento de la democracia, Soriano regresó al país y fundó "Página/12". También continuó con su carrera literaria, publicando las novelas "A sus plantas rendido un león" (1986), "Una sombra ya pronto serás" (1990), "El ojo de la patria" (1992) y "La hora sin sombra" (1995), y luego fue distinguido con el Raymond Chandler Award.
En tanto, "Artistas, locos y criminales” (1984), "Rebeldes, soñadores y fugitivos" (1988), "Cuentos de los años felices" (1993), "Piratas, fantasmas y dinosaurios" (1996)" y "Arqueros, ilusionistas y goleadores" (1998) recopilan relatos, notas y escritos del fanático del club San Lorenzo que sostenía que un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo.
De tanto en tanto, a Soriano le gustaba publicar un libro que reuniera sus ficciones y artículos. "Al armarlo como un rompecabezas me pregunto si este o aquel texto debe ir al comienzo o al final. Después, todo es bastante arbitrario y caótico; los cuentos se mezclan con los homenajes, las evocaciones con los apuntes y las narraciones con las historias de fútbol. Así me gusta leerlos a mí y mientras los reviso y los corrijo pienso que son fragmentos de los instantes más felices de mi vida".
* * *