Buenos Aires, 13 ene (dpa) - Desde el Borges jocoso y malévolo hasta el tímido y procaz. Y el que cosechó enorme reconocimiento por su obra y fracasos con las mujeres. Todos esos rasgos del escritor argentino se reúnen en los centenares de anécdotas recopiladas en "El otro Borges".
Ningún escritor de lengua española protagonizó tantas anécdotas, apunta su autor Mario Paoletti, quien suma un original aporte a la bibliografía sobre Jorge Luis Borges. En el "anecdotario completo" publicado recientemente por Emecé "aparece sobre todo el Borges de entrecasa, el más cotidiano, el que conocieron sus amigos más íntimos", explica a dpa.
En la primera anécdota, un lector español se indigna porque Borges admite que nunca vio al famoso aleph del cuento homónimo. "Y me despreció inmediatamente; se dio cuenta de que yo era un embustero, un mero literato", relata el escritor. "Retrata a Borges de cuerpo entero, porque une su socarronería con cierto complejo de impostor que lo acompañó toda la vida", indica Paoletti.
El cuentista, poeta y ensayista (1899-1986) no puede evitar reflexionar acerca de su gran pasión, la literatura. "Una novela en la que el autor dedica tres páginas, por ejemplo, para describir lo que hay en una mesa, es un error", analiza el autor que trazó un particular universo literario habitado por espejos, laberintos, bibliotecas y tiempos circulares.
En una de las 333 anécdotas -citadas por amigos y conocidos casuales, colegas, ex novias y periodistas-, Borges señala con picardía que "la utilidad de los movimientos literarios es que nos libran de muchos escritores (...) Hay demasiados escritores y debemos suprimir el mayor número posible".
Desde las páginas de "El otro Borges", destacados autores latinoamericanos se refieren al escritor que quedó ciego por una enfermedad congénita. Entre ellos, el mexicano Carlos Fuentes, los Premios Nobel de Literatura chileno Pablo Neruda y mexicano Octavio Paz, así como el gran amigo de Borges Adolfo Bioy Casares y otro gigante de las letras argentinas, Julio Cortázar.
Neruda considera que Borges "no entiende nada de lo que está ocurriendo en el mundo moderno, y creo que yo tampoco. Por tanto, estamos de acuerdo". A su turno, Paz opina que "siempre, en sus aciertos y en sus errores, fue coherente consigo mismo, y honrado. Nunca mintió ni justificó el mal a sabiendas, como lo han hecho muchos de sus amigos y detractores".
En tanto, Fuentes revela que desde que compró por primera vez un libro del autor de "El Aleph", su vida cambió. "Borges me devolvió todos mis sueños en español con tal intensidad que decidí (...) que sería escritor en lengua española".
Bioy, compañero de Borges en innumerables aventuras literarias, dictamina: "Toda colaboración con él equivalía a años de trabajo". El autor de "La invención de Morel", importante fuente de las anécdotas, también señala que de alguna manera la vida de su amigo íntimo "había sido una larga conversación".
Por su parte, Cortázar destaca que Borges le enseñó a eliminar "todos los floripondios, todas las repeticiones, los puntos suspensivos, los signos de exclamación inútiles, y eso que todavía existe en mucha mala literatura y que consiste en decir en una página lo que tan bien se puede decir en una línea".
La viuda de Borges María Kodama reseña un reencuentro entre ambos en el madrileño Museo del Prado. Pese a que el autor de "Ficciones" había realizado declaraciones no muy amables sobre la posición política de Cortázar, éste le recordó entonces su generosidad cuando le llevó su primer cuento y Borges rio y replicó: "No me equivoqué, fui profético".
La idea del libro nació justamente durante una comida en un congreso de escritores en Murcia, cuando se comenzaron a contar anécdotas de Borges. "Resultó que todos conocíamos dos o tres. Entonces Mario Vargas Llosa dijo que alguien debería sistematizar las anécdotas de Borges en un libro", rememora Paoletti, quien ha publicado novela, relato, poesía y ensayo.
Con su mujer Pilar Bravo reunió el material durante diez años de investigación, de la que también surgió una biografía titulada "Las novias de Borges", que aparecerá este mismo año. Paoletti publicó previamente junto con Bravo "Borges verbal" (1999), un diccionario de definiciones tomadas de las múltiples entrevistas que el escritor concedió durante sus últimos años.
Su más reciente libro también permite una interesante constatación, sostiene el escritor porteño desde Toledo, donde dirige el Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega y Gasset-Marañón. "El humor de este hombre, al que muchos cuestionaron su argentinidad por diversas razones, es de una indisputable estirpe argentina", asevera Paoletti.
"Borges practicaba permanentemente lo que se ha dado en llamar entre los porteños la 'cachada', que es una forma de burla ingeniosa e irritante, por la cual los habitantes de Buenos Aires son conocidos en todo el mundo hispanohablante", agrega. Por ejemplo, al preguntársele como se llevaba con su cuñado Guillermo de Torre, Borges responde: "Muy bien. Yo no lo veo y él no me oye".
El ganador del Premio Cervantes en 1979 también refiere que una vez que lo fueron a visitar a su casa unas estudiantes, les explicó que Borges había salido y que él era Manuel Mujica Lainez. "Les dije eso porque estaba contento, en un impulso por decir disparates".
Asimismo, el escritor que sufrió diversos amores no correspondidos admite que siempre se ha enamorado de "mujeres un poco tontas", porque "la inteligencia es siempre comprensible, pero en la estupidez hay un misterio que resulta atrayente".
Borges, que sabía que sus declaraciones solían causar irritación, también considera necesario relativizar sus dichos: "Me he burlado de muchas cosas y siempre sin maldad. Lo que pasa es que la gente me toma demasiado en serio".
Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.
También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
jueves, 13 de enero de 2011
lunes, 10 de enero de 2011
MARÍA ELENA WALSH, LA POETISA DE LA FANTASÍA DESACARTONADA
Buenos Aires, 10 ene (dpa) - No vaciló en jugar con las palabras y construir con ellas mundos pródigos de fantasía y humor para la zambullida de sus pequeños lectores. Así, María Elena Walsh marcó un innovador antes y después en la literatura infantil argentina.
La poetisa, una figura esencial de la cultura local, murió hoy en la ciudad de Buenos Aires, poco antes de cumplir 81 años. Y sus versos y canciones, que conquistaron con su frescura y sensibilidad a varias generaciones, ya pasaron a la oralidad, convertidos en clásicos.
La autora, cantante, traductora, compositora y guionista nació un 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires, con un padre descendiente de ingleses e irlandeses y una madre hija de criollos y gaditanos.
De su pluma nacieron personajes entrañables, entre los que se destaca Manuelita la tortuga, llevada al cine en dibujos animados con gran éxito. Y sus versos trascendieron fronteras en las voces de Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, entre otros.
"Cantar canciones para los que no tienen ilusiones, poesía para los que perdieron la alegría", sintetizó María Elena Walsh su labor en los versos de "Cantar canciones", del "Cancionero contra el mal de ojo" (1976).
Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y publicó en 1947 "Otoño imperdonable", su primer libro de poemas para adultos. Poco después, el español Juan Ramón Jiménez visitaba Buenos Aires y le extendía una invitación para pasar una temporada en su casa de Maryland, Estados Unidos.
En 1951 editó otro libro de poemas, "Baladas con Angel" y al año siguiente, en auge del peronismo, decidió autoexiliarse en París. Walsh, que alguna vez se definió como "cupletista", residió allí cuatro años y formó un exitoso dúo de cantantes folclóricas con Leda Valladares.
En Francia empezó a escribir canciones y poemas infantiles, y el cambio de destinatario se concretó en 1960, con la publicación de "Tutú Marambá". En 1962 estrenó con excelente recepción en el teatro "Canciones para mirar", seguida un año después por la obra "Doña Disparate y Bambuco".
A lo largo de esa década llegarían muchos otros libros como "El reino del revés", "Zoo Loco", "Dailan Kifki", "Cuentopos de Gulubú" y "Versos tradicionales para cebollitas". Su producción infantil posterior abarca entre otros "Chaucha y Palito", "Pocopán" y el más reciente "Hotel Pioho's Palace".
Sus obras fueron traducidas a diversos idiomas y le valieron premios literarios como el Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen por la International Board of Books for Young People (IBBY).
Los disparates de su creación literaria fluyen en un lenguaje desacartonado y coloquial, que invita a un mundo de imaginación alocada y de placer del juego con las palabras. En la irrealidad del reino del revés, en los objetos que toman el té, o en las naranjas que pasean se apela a lo absurdo como expresión lúdica de humor.
El humor como arma contra la solemnidad y los prejuicios son aún más evidentes en sus canciones para adultos. A partir de 1968, su público integrado por mayores pudo disfrutar de sus versos en recitales unipersonales.
"Serenata para la tierra de uno", "Oración a la justicia" o "Como la cigarra" se convirtieron en himnos populares y fueron adoptadas por diferentes grupos para expresar sus reclamos. Se trataba de canciones populares con un lenguaje diferente, con las que dibujó el perfil de su tierra con ironía y ternura.
Dueña de una obra fecunda que se reimprime permanentemente, en 2008 publicó "Fantasmas en el parque", entre la novela y la autobiografía, siguiendo los vaivenes del recuerdo.
Pero María Elena Walsh también supo alzar su voz cuestionadora contra situaciones de opresión, autoritarismo o injusticia mediante sus artículos en medios periodísticos.
Obtuvo gran repercusión en 1979 con "Desventuras en el País- Jardín-de-Infantes", un ejemplo de resistencia frente a la censura militar. Esos años fueron duros no sólo por la situación política en el país, sino también por sus problemas de salud.
En tanto, en "La pena de muerte" en 1991, durante el gobierno de Carlos Menem, manifestó su resuelta postura opositora a la iniciativa. También se haría tiempo para defender a la letra emblemática del idioma español, en su ingenioso artículo "La eñe también es gente".
Es que, como afirmaba la propia autora, "hay demasiado mundo mudo. Procuremos, en fin, no callar tanto, que trae desgracia". En definitiva, no amainar la rebeldía y seguir cantando, como la cigarra.
La poetisa, una figura esencial de la cultura local, murió hoy en la ciudad de Buenos Aires, poco antes de cumplir 81 años. Y sus versos y canciones, que conquistaron con su frescura y sensibilidad a varias generaciones, ya pasaron a la oralidad, convertidos en clásicos.
La autora, cantante, traductora, compositora y guionista nació un 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires, con un padre descendiente de ingleses e irlandeses y una madre hija de criollos y gaditanos.
De su pluma nacieron personajes entrañables, entre los que se destaca Manuelita la tortuga, llevada al cine en dibujos animados con gran éxito. Y sus versos trascendieron fronteras en las voces de Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, entre otros.
"Cantar canciones para los que no tienen ilusiones, poesía para los que perdieron la alegría", sintetizó María Elena Walsh su labor en los versos de "Cantar canciones", del "Cancionero contra el mal de ojo" (1976).
Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y publicó en 1947 "Otoño imperdonable", su primer libro de poemas para adultos. Poco después, el español Juan Ramón Jiménez visitaba Buenos Aires y le extendía una invitación para pasar una temporada en su casa de Maryland, Estados Unidos.
En 1951 editó otro libro de poemas, "Baladas con Angel" y al año siguiente, en auge del peronismo, decidió autoexiliarse en París. Walsh, que alguna vez se definió como "cupletista", residió allí cuatro años y formó un exitoso dúo de cantantes folclóricas con Leda Valladares.
En Francia empezó a escribir canciones y poemas infantiles, y el cambio de destinatario se concretó en 1960, con la publicación de "Tutú Marambá". En 1962 estrenó con excelente recepción en el teatro "Canciones para mirar", seguida un año después por la obra "Doña Disparate y Bambuco".
A lo largo de esa década llegarían muchos otros libros como "El reino del revés", "Zoo Loco", "Dailan Kifki", "Cuentopos de Gulubú" y "Versos tradicionales para cebollitas". Su producción infantil posterior abarca entre otros "Chaucha y Palito", "Pocopán" y el más reciente "Hotel Pioho's Palace".
Sus obras fueron traducidas a diversos idiomas y le valieron premios literarios como el Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen por la International Board of Books for Young People (IBBY).
Los disparates de su creación literaria fluyen en un lenguaje desacartonado y coloquial, que invita a un mundo de imaginación alocada y de placer del juego con las palabras. En la irrealidad del reino del revés, en los objetos que toman el té, o en las naranjas que pasean se apela a lo absurdo como expresión lúdica de humor.
El humor como arma contra la solemnidad y los prejuicios son aún más evidentes en sus canciones para adultos. A partir de 1968, su público integrado por mayores pudo disfrutar de sus versos en recitales unipersonales.
"Serenata para la tierra de uno", "Oración a la justicia" o "Como la cigarra" se convirtieron en himnos populares y fueron adoptadas por diferentes grupos para expresar sus reclamos. Se trataba de canciones populares con un lenguaje diferente, con las que dibujó el perfil de su tierra con ironía y ternura.
Dueña de una obra fecunda que se reimprime permanentemente, en 2008 publicó "Fantasmas en el parque", entre la novela y la autobiografía, siguiendo los vaivenes del recuerdo.
Pero María Elena Walsh también supo alzar su voz cuestionadora contra situaciones de opresión, autoritarismo o injusticia mediante sus artículos en medios periodísticos.
Obtuvo gran repercusión en 1979 con "Desventuras en el País- Jardín-de-Infantes", un ejemplo de resistencia frente a la censura militar. Esos años fueron duros no sólo por la situación política en el país, sino también por sus problemas de salud.
En tanto, en "La pena de muerte" en 1991, durante el gobierno de Carlos Menem, manifestó su resuelta postura opositora a la iniciativa. También se haría tiempo para defender a la letra emblemática del idioma español, en su ingenioso artículo "La eñe también es gente".
Es que, como afirmaba la propia autora, "hay demasiado mundo mudo. Procuremos, en fin, no callar tanto, que trae desgracia". En definitiva, no amainar la rebeldía y seguir cantando, como la cigarra.
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