Blog que reúne las entrevistas que realicé para el servicio español de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en los últimos 20 años.
Desde Carlos Monsiváis a Jorge Edwards, pasando por Ricardo Piglia, Siri Hustvedt, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Almudena Grandes, Luisa Valenzuela, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Juan Villoro y Fernando Vallejo, así como el traductor del "boom" Gregory Rabassa y el poderoso agente literario Andrew Wylie.

También compila otras notas sobre vida y obra de diferentes escritores y sobre las últimas ediciones de actividades culturales como los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

miércoles, 20 de julio de 2005

DE LA PLUMA DE PUIG, LOS SUEÑOS DEL CINE SE PROYECTARON EN EL PAPEL


Buenos Aires, 20 jul (dpa) - "El paisaje de la Pampa, que en realidad es la ausencia de todo paisaje, resulta una pantalla en blanco donde cada uno proyecta las fantasías que quiere", confesó alguna vez el escritor Manuel Puig, oriundo de un pueblo de la vasta llanura argentina.

Fallecido el 22 de julio de 1990 en Cuernavaca, México, Puig descubrió en la cultura de masas, y sobre todo en el cine, un material inagotable para renovar la ficción. A la vez, el cine también se dejó seducir por sus novelas, y "El beso de la mujer araña" (1976) lo consagró en el ámbito internacional con su exitosa adaptación a la pantalla grande.

Ese descubrimiento esencial en su vida y su literatura, el del cine, se produjo durante su infancia en General Villegas, provincia de Buenos Aires, donde nació en 1932. Un apasionado de las películas hollywoodenses, conoció por dentro ese mundo que forjó su lenguaje y su imaginación.

En su juventud anheló ser cineasta, pero finalmente se volcó a las letras. "Manuel se dio cuenta de que le gustaba el cine como espectador más que creador y de que lo que tenía que expresar lo podía expresar mucho mejor en la literatura, sobre todo en esa época de su vida", afirmó a dpa su biógrafa, la estadounidense Suzanne Jill Levine.

"En su madurez, da la impresión de que se hubiera dedicado cada vez más a los proyectos de cine y de teatro... De hecho, Manuel estaba envuelto en varios proyectos cinematográficos como guionista cuando murió", apuntó la autora de la biografía "Manuel Puig y la mujer araña".

Puig trabajaba de forma rigurosa y sistemática, precisó. "Para él la creación era las dos cosas: placer y dolor. Como cuento en la biografía, la impresión que da es que al principio de su carrera, cuando da con la clave de su primera novela, es un momento muy placentero, pero cada vez más le resultaba penosa la soledad de la actividad de escribir".

Hizo su entrada en la literatura con la novela "La traición de Rita Hayworth" (1968), seguida por "Boquitas pintadas" (1969) y "The Buenos Aires Affair" (1973), luego de la cual fue amenazado. Abandonó para siempre la Argentina rumbo al exilio, donde desarrollaría el resto de su obra, entre México, Río de Janeiro y Nueva York.

Levine destacó: "Puig era el primer novelista pop, en el sentido de que inventó realmente el tema del espectador en el contexto de la novela suramericana, y, así, nos hizo más conscientes (en terreno cultural y político así como psicoanalítico) de la relación entre los medios masivos y las formaciones culturales y de la identidad".

"Lo que hace Puig es incorporar otros lenguajes. El lenguaje de otros medios, de otras prácticas semióticas, de otras disciplinas, fundamentalmente el de las revistas de moda, el de las revistas femeninas, y el cine, especialmente el cine norteamericano", afirmó a dpa el escritor y ensayista argentino Mario Goloboff.

"Los personajes de Puig hablan como las heroínas de las revistas, de las telenovelas, del cine. Hablan, piensan, y en muchos casos actúan como tal, como los modelos que los medios han incorporado en sus pensamientos y en sus comportamientos", señaló Goloboff.

Asimismo, indicó que "evidentemente ya de entrada hay una propuesta de ruptura con la novela más o menos tradicional y con las leyes de la representación estética, de representación de la realidad, bajo un aparente manto costumbrista o de crítica realista".

Puig se atrevió a incluir materiales de la vida cotidiana que no tenían presencia en la literatura por carecer de prestigio literario, como letras de la música popular, recortes de diarios, actas policiales. "Incorpora una serie de materiales que no aparecían en la literatura más que de una manera muy indirecta", apuntó Goloboff.

Además, Puig opta por un narrador casi borrado. Goloboff precisó: "Aparece poco en el texto la presencia del narrador como creador, como manipulador de la narración. La realidad en muchos casos aparece ahí, frente al lector, casi en bruto, y eso también es una innovación". En este punto, según Levine, "lo importante es que él buscaba una voz, una manera de narrar que permitía entrar en un mundo donde él quería sacar, o quería que el lector sacara, ciertas revelaciones".

Levine conoció a Puig en 1969 a través de la amistad mutua con el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal. Principal traductora de Puig al inglés, le fascinó la posibilidad de traducir sus páginas por "la riqueza y la perfección del manejo del lenguaje hablado llevado a la escritura, y además su entrada tan meticulosa y perceptiva en el mundo lingüístico e interior de las mujeres y de todos los personajes".

Puig logró rápida difusión al aparecer su obra. Pero en años siguientes sobrevino una especie de olvido. "Creen que soy un best- seller pasajero, no un escritor", se lamentaba, ha contado Tomás Eloy Martínez. Su obra también recibió críticas por ser supuestamente representativa de la "literatura liviana".

La biógrafa de Puig aseveró que "de liviano no tiene nada, son malentendidos de algunos, maneras anticuadas de juzgar lo literario". "Puig fue rechazado por la izquierda hispana e hispanoamericana por su admiración por la cultura pop cinematográfica hollywoodense clásica, lo cual también era un código 'gay': es decir se unieron la homofobia y el antiyanquismo...".

"Por otro lado, escritores mas canónicos dentro de la nueva novela siguieron ideas de Puig, por ejemplo incorporación del mundo del radioteatro, de figuras cinematográficas, de cancioneros populares, pero se puede suponer que quizás hubo cierto conflicto entre estas realidades culturales y las intenciones 'serias' de estos autores, y quizás nuestro Puig, por cierto, a pesar o quizá a causa de su rigurosa pureza artística, sirviera como una especie de chivo expiatorio".

Por su parte, Goloboff sostuvo que tanto el propio Puig como otros dieron de él una imagen como de no lector, como de un hombre que no venía de la literatura, "cuando en realidad no es cierto". "Se fue sembrando una especie de mitología sobre Puig. Un escritor frívolo, un escritor iletrado, un escritor espontáneo, un escritor que llegó por accidente a la literatura, porque le fue mal con el cine. Yo creo que todos esos son mitos, todos esos son equívocos".

Goloboff destacó que Puig contribuyó mucho a la liberación de las formas, de los prejuicios, los preconceptos, en los temas que puede abordar la literatura argentina. "Y en el lenguaje, en el tratamiento de la materia lingüística. No es poco: en los contenidos, en las formas, en el tratamiento lingüístico, es un legado importante".

Entretanto, Puig ya ha sido traducido a más de 30 lenguas, su obra es revalorizada y las reediciones de sus libros atrapan a nuevas generaciones de lectores. Como si el destino le hubiera deparado finalmente a Puig el mismo "happy end" que a las heroínas cinematográficas que tanto admiró desde un cine perdido en la Pampa.